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Por Perla del Mar Rodríguez Fernández
No importa cuál sea su posicionamiento sobre las fiscalías y las personas defensoras, si a penas lleva dos semanas estudiando el derecho o si ya cuenta con una gran trayectoria, usted debe ver la película Monster, que está disponible a través de la plataforma Netflix.
A modo de resumen y alertando que entraremos en detalles o spoilers sobre la película, se trata de la historia de Steve Harmon, un joven negro de 17 años que sueña con ser director de cine, pero en el proceso se ve asociado con un asalto que terminó con la muerte de un comerciante. La abogada de Steve, Katherine O’Brien, interpretada por la actriz Jennifer Ehle, tendrá que demostrar que el joven no es culpable en un sistema de justicia que ya lo declaró un «monstruo».
Ojo. La película tiene sus señalamientos. Las críticas a la película destacan que mientras se trata de demostrar la humanidad de Steve, interpretado por Kelvin Harrison Jr., deshumanizarán las figuras de otros jóvenes negros que testificarán o serán acusados en el proceso judicial.
Ahora bien, ¿por qué las personas que se dedican al derecho tienen que ver esta película? En Microjuris le daremos seis razones.
Al principio de la película, vemos que Steve le pregunta a O’Brien si todos los expedientes con los que carga son de las personas que está representando. La abogada le responde que sí, pero que no son todos, porque faltan.
En ese momento, la abogada ni siquiera ha levantado su mirada para verle los ojos a Steve. Está llenando papeles sin parar y Steve le pregunta cuántos de sus clientes le dicen que no son culpables. La abogada le responde que todos. En el proceso, el fiscal del caso, Anthony Petrocelly, interrumpe la conversación entre la abogada y el joven para pedir un momento con la defensora. Le ofrece 20 años para que un joven que nunca ha cometido una falta se declare culpable. Le aconseja que acepte el trato porque ella tiene miles de casos.
No se dice mucho más, pero vemos una carga de trabajo pesadísima sobre la defensora. Día a día, tanto representantes del Ministerio Público como representantes de defensa hacen un trabajo extraordinario a pesar de tener un trabajo que no para y que les consume las horas que deberían ser de descanso.
Una de las piedras angulares del sistema jurídico estadounidense y que las personas que se dedican a la defensa suelen citar es la «fórmula de Blackstone».
La cita exacta de Sir William Blackstone es la siguiente: «es mejor que escapen diez culpables a que sufra un inocente». Nuestro sistema criminal parte de la premisa de que es preferible tener una persona culpable en libertad antes que una persona inocente privada de libertad.
O’Brien, la abogada de defensa de Steve, le explicó esto al jurado a través de la siguiente cita: «No hay nada más atroz que encerrar a una persona que no ha cometido un crimen».
En medio de un momento de desesperación de Steve, O’Brien le explica al joven de 17 años cómo funciona, desde su parecer, el sistema criminal contra los hombres negros acusados de delitos.
Unas líneas después, le dice que el gran reto que tienen en el juicio no es demostrar que el fiscal miente, porque el jurado percibe al representante del Ministerio Público como una persona sensata.
"Nuestro trabajo es demostrar que cometió un error", le explicó la abogada a Steve.
Ahora pasaremos un segundo a los cursos de evidencia de la facultad o escuela de derecho. La defensa decidió abrir la puerta a un testimonio sobre el carácter sobre Steve. Trajeron a su profesor de cine, Leroy Sawicki, interpretado por el actor Tim Blake Nelson.
El profesor Sawicki explica que lleva dos años de conocer a Steve y que ha sido un destacado miembro de su club de cine. Describe a Steve como un estudiante extraordinario, brillante y extremadamente trabajador, que busca la verdad en lo que hace.
Luego, el fiscal le pregunta al profesor si es parte del vecindario de Steve, si sabe lo que hace en las noches o si estuvo con el joven el día que ocurrió el asalto. El profesor respondió que «no» a todas las preguntas. El fiscal culmina diciendo que aunque el profesor quiera abogar por el carácter de Steve, es justo decir que no sabe lo que hace el joven al regresar al vecindario en la noche.
En Puerto Rico, nuestras Reglas de Evidencia hablan directamente de la evidencia de carácter y sus límites en los artículos 404-406.
De acuerdo con la Regla 405, se podrá probar el carácter solo en forma de testimonio de reputación o de opinión sobre el rasgo de carácter pertinente, sin perjuicio de que en el contrainterrogatorio pueda preguntarse a la persona testigo sobre actos específicos de conducta pertinentes a su testimonio.
En esta película no salimos del curso de evidencia. No importa quién impartió el curso ese semestre, estoy segura que destacó la gran regla de oro: «no se pueden saber preguntas si no conocemos la respuesta». Ah, y que hay que prepararse para las preguntas que hará la parte contraria.
En una escena de la película, la abogada de defensa hace un fogueo de preguntas con Steve. Le dice que le va a hacer preguntas y pone un vaso sobre la mesa. La regla es que cuando le guste la respuesta de Steve, dejará el vaso en la mesa. Cuando no le guste su respuesta, volteará el vaso y Steve tendrá que repensar su contestación, ofrecer otra respuesta y entender qué está mal con su primera expresión.
No podemos terminar esta nota sin prestarle atención a cómo la fiscalía llama «monstruos» a un par de jóvenes. Petrocelly dice específicamente que «no son niños, […] saben la diferencia entre el bien y el mal, y son monstruos».
Al principio de la película, también observamos que cuando arrestan a Steve, un policía le pregunta de inmediato a qué pandilla pertenece, si es positivo al Virus de la Inmunodeficiencia Humana (mejor conocido como VIH) y no le permite llamar a sus padres.
Es difícil cerrar este punto sin tener un hueco en el pecho. Por eso es importante ver la película y tomarse unos segundos para reflexionar.
Ahora sí, nos vemos en la próxima película… ¿O serie? Ya veremos.