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La American Bar Association (ABA, por sus siglas en inglés) emitió la Opinión Formal 512 sobre el uso de la Inteligencia Artificial (IA) en la profesión legal.
La entidad busca que las abogadas y los abogados garanticen el uso adecuado de la tecnología como herramienta y, de esta forma, proteger a sus clientes.
«Es una opinión revolucionaria que da por fin una guía a los abogados y abogadas a cómo usar la inteligencia artificial. Cubre prácticamente todos los aspectos desde confidencialidad, conocimiento tecnológico y facturación. Es una opinión completa que cubre prácticamente todas las áreas a las que hay que estar pendiente cuando se usa esta tecnología», expresó el presidente del Colegio de Abogados y Abogadas de Puerto Rico, Manuel Quilichini.
Acceda a la guía en el siguiente enlace.
Para el licenciado, uno de los aspectos más importantes que se menciona en la opinión es que, en algunos años, el conocer de esta tecnología será parte del deber de competencia. «Si esto te hace mejor abogado, tienes que saber usarlo. El deber de competencia lo que dispone es que se haga lo mejor que se pueda por el cliente», afirmó.
De igual forma, Quilichini mencionó que es una tecnología en desarrollo y la opinión recomienda que la profesión legal debe mantenerse educándose sobre el uso de la misma.
«Ya sea yendo a seminarios, leyendo ellos o consultando con otros que sepan, pero tienen que mantenerse al día. […] En el Colegio dimos el primer seminario de inteligencia artificial, ahora en la convención vamos a estar trabajando un seminario sobre cómo hacer las preguntas porque ese es el gran reto. Esto no es como Google», aclaró.
Por su parte, el licenciado Eliseo Roques Arroyo explicó que la discusión de la ABA sobre este tema no es un asunto nuevo.
«Ya para agosto la Cámara de Delegados se había expresado sobre este tema y había urgido a los abogados y tribunales a tratar o discutir los temas o dilemas legales y éticos relacionados al uso de la inteligencia artificial en la práctica del derecho. En aquel momento tenían un gran énfasis y preocupación con el perjuicio, sesgo y las transparencias de estas herramientas automatizadas. Además, de los beneficios éticos y la supervisión humana de la inteligencia artificial», indicó el abogado.
Roques Arroyo, al igual que el licenciado Quilichini, destacó que la guía reconoce el uso de esta tecnología como parte del deber de competencia que deben tener las personas abogadas. «Es asegurarse que entienden cómo funciona para poder identificar alucinaciones, inexactitudes o prejuicios», agregó.
De igual forma, comentó que la confiabilidad del cliente debe ser protegida al usar estas tecnologías, ya sean herramientas gratuitas o por suscripción.
«Hay muchos abogados que utilizan la forma o sistemas gratuitos. En el mundo de los sistemas gratuitos la data es la divisa común. Los abogados deben evaluar los proveedores de esos servicios para que garanticen que cumplen con las medidas de seguridad y con los estándares de protección de datos», recalcó Roques Arroyo.
Asimismo, compartió que las y los profesionales del derecho están llamados a realizar una verificación independiente y no confiar únicamente en los resultados del contenido que produce la inteligencia artificial. Añadió que deben validar la información para corroborar que sea precisa.
«El abogado tiene el deber de supervisar a los abogados que trabajan con ellos así como a los que no son abogados y usan herramientas de inteligencia artificial para asegurarse de que cumplan con el deber ético», especificó.
Con relación al Tribunal Supremo de Puerto Rico, Roques Arroyo mencionó que, como se están evaluando los cánones de ética, es importante que con esta opinión de la ABA le sirva como guías adicionales ante la llegada de esta tecnología a la práctica legal.
El abogado destacó que es importante que el tribunal local impulse programas de capacitación para los jueces sobre el uso de la tecnología y cómo validar que lo que se presenta en las salas es información confiable. También manifestó que el alto foro tiene una obligación de aumentar la conciencia pública del uso ético de estas herramientas que se postulan ante sí.
«Por un lado la inteligencia artificial nos ofrece herramientas poderosas que pueden revolucionar nuestra práctica aumentando la eficiencia y nos permitirá servir mejor a nuestros clientes. Por otro lado, tenemos que ser cautelosos y no dejarnos deslumbrar con esta tecnología. La inteligencia artificial es una herramienta poderosa, pero un arma de doble filo. Tenemos la responsabilidad de aprovechar su potencial mientras nos mantenemos vigilantes ante sus riesgos", puntualizó Roques Arroyo.
Competencia: Los profesionales del derecho deben mantenerse capacitados sobre el uso de la tecnología y conocer las capacidades y limitaciones de la inteligencia artificial. Destacan, a su vez, que la inteligencia artificial no puede reemplazar el juicio profesional de la abogada o abogado.
Confidencialidad: Se requiere el consentimiento informado del cliente y que la o el profesional del derecho evalúe los riesgos de divulgar o ingresar la información en las herramientas tecnológicas.
Comunicación: Es necesario que la clientela esté informada sobre cómo la IA impactará su caso y la calidad o la eficiencia de los servicios legales.
Supervisión: Si la abogada o abogado tiene un rol de supervisor, es importante que se asegure de que se capaciten a las y los empleados sobre el uso ético y práctico de la IA. También que éstos protejan la confidencialidad y cumplan con el deber de competencia.
Facturación: La facturación relacionada con el uso de esta tecnología debe ser razonable. Específicamente las y los profesiones del derecho no pueden cobrar a los clientes por el tiempo que invirtieron en aprender sobre el uso de las herramientas tecnológicas.
Revisión: Las personas profesionales del derecho tienen el deber de revisar los resultados de la IA antes de presentarlos ante el tribunal.