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Las columnas deben enviarse a mad@corp.microjuris.com y deben ser de 600-800 palabras.
Por Lcdo. Donald R. Milán Guindín
Hace algún tiempo había escrito un corto relato, que luego formó parte del libro «¡En ese caso sí se hizo justicia! Desde el Tribunal», sobre un acto que había presenciado en corte abierta el cual titulé «El acto más noble».
A grandes rasgos, contaba la ocasión en que una abogada voluntariamente le solicitó a un juez que le asignase de oficio la representación legal de una ciudadana que enfrentaba un complicado proceso civil en su contra y no contaba con recursos económicos para contratar abogado.
Conservo ese recuerdo como una gran lección de vida. Hoy, le relato al amigo lector otro «acto noble» con la idea de que ello no se quede en la memoria de dos o tres personas, sino que sirva como guía para los actuales abogados y las futuras generaciones de esta profesión. Va así;
—Ring, Ring, Ring...
—Hello...
—Mira, acabo de salir de la casa de Don Ernesto, le acabo de dejar la resolución certificada de la
eliminación de antecedentes penales que trabajamos.
—¡Tremendo! ¿Porque fuiste hasta allá?
—¡¡¡Está a más de 100 grados!!! a Don Ernesto lo llevan a la oficina, pero él tiene que regresar
caminando hasta su casa. Te digo, este proceso es bien importante para nuestros clientes.
Naturalmente, el «Don» no se llamaba así, y la conversación fue más extensa, intenté reproducir lo esencial.
El abogado decidió ir a la casa de su cliente a entregarle la resolución sobre el trámite de eliminación de antecedentes penales. Bien podía el abogado limitarse a decirle a su secretaria que llamara al cliente y cerrar el expediente. Imagine a Don Ernesto diciendo; «El abogado vino a mi casa a traerme el documento.»
Sin lugar a duda, nuestra profesión nos permite provocar y lograr pequeños y grandes cambios dentro y fuera de los tribunales.
Limitarnos a realizar el mínimo; ir al tribunal, presentar mociones, objetar, etc., no adelanta cambio social alguno. Sin embargo, pequeños «actos nobles» como los antes reseñados pueden causar cambios positivos.
Al protagonista del relato, quien estoy convencido que no quiere que revele su identidad, mi gran respeto, y a los actuales y futuros abogados mi exhortación a que intenten hacer «el acto más noble» todas las veces que sea posible.
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