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La mejor manera en la que un periodista puede protegerse de una denuncia de calumnia es actuando éticamente en todo momento, lo que implica esforzarse por buscar la verdad y ofrecer todos los ángulos de una controversia, dijo el licenciado Luis Guardiola, periodista y presidente Overseas Press Club of Puerto Rico (OPC).
«Si la ética es el norte, es bien poco probable que enfrente algún tipo de reclamo por difamación, libelo o calumnia», sostuvo.
«Es ceñirnos a esa búsqueda de la verdad que implica corroboración de la información por varias fuentes independientes entre sí, permitir la reacción de las partes involucradas, fijarnos como objetivos cumplir con esos parámetros éticos que implican dar la oportunidad de que las partes involucradas den su versión del asunto, ser fiel a lo que se dice, no para empujar una ideología personal, o que responda al medio para el que uno trabaja», dijo Guardiola.
Guardiola sostuvo que en Puerto Rico no hay tipificado un delito de calumnia, como sí ocurre en más de cien países y ha habido movimientos para eliminar esos delitos, pero ciertamente en el ordenamiento legal puertorriqueño hay repercusiones civiles en forma del libelo, difamación y calumnia, a las que sí están sujetos ciudadanos como los periodistas.
La ley que prohíbe el libelo y calumnia en Puerto Rico existe desde 1902, aunque enmendada con el paso del tiempo y la jurisprudencia interpretativa.
Entre la jurisprudencia más destacada está NY Times v. Sullivan, recordó Guardiola, que es la que indica que cuando se trata de figuras públicas hay que probar intención, pero aun cuando son casos de figuras privadas, donde lo que se requiere es negligencia, el periodista puede minimizar las oportunidades de una demanda por difamación. «Es difícil de probar (negligencia) si das oportunidad, si usas documentos... te puedes proteger de la (alegación de) negligencia», expresa el licenciado.
Los periodistas tienen varios argumentos para defenderse, como que su contenido informativo es producto de un «informe justo y verdadero», lo que implica citar un documento sobre un tema de interés público que sirva de fuente, por lo que el periodista no está requerido a verificar la certeza de las afirmaciones de ese informe.
Otro argumento es usar la verdad como defensa, o sea que se pueda sostener que lo publicado se trata de un hecho verídico, lo que conlleva un esfuerzo de verificación por parte del periodista y del medio.
Entre las prácticas recomendadas a periodistas es que lleven registros de sus investigaciones y de los documentos que la sustentan. Cuando esos registros implican grabar a un sujeto en audio o video, es importante obtener el consentimiento de esa persona por escrito.
También, exhortó a que no se asuma automáticamente que algo es cierto porque ya ha sido publicado en otra parte. Se puede denunciar a una persona por volver a publicar una declaración difamatoria.
Asimismo, Guardiola exhortó a que cuando el periodista va a expresar una opinión sobre algo, debe quedar claro que es una afirmación subjetiva y realizada con buenas intenciones.
De otra parte, ante las alegaciones recientes de pagos secretos a personas para promover en los medios de comunicación a personas o ideas, Guardiola dijo que ciertamente son contrarias al periodismo.
Aclaró que en el caso reciente Sixto George no hubo periodistas involucrados -sino figuras de los medios que no ejercen el periodismo- en estas prácticas, conocidas como payola en el caso de promover una música en particular y el de la plugola cuando tiene que ver con promover personas o entidades.
Reconoció que hay periodistas en medios electrónicos, a veces promovidos por medios como la radio, que comercializan su imagen para promover un producto, pero aunque Guardiola no respalda esa práctica y entiende que no es adecuado en términos éticos, esto no implica payola o plugola, que como actividad secreta implica un engaño.
Guardiola comentó que se ha comenzado a popularizar una estrategia de usar este tipo de mecanismo civil no necesariamente para reivindicar un derecho afectado por una calumnia, sino más bien como estrategia en contra del trabajo del periodista. Se les conoce como «demandas estratégicas contra la participación pública», o SLAPP, por sus siglas en inglés.
«Se está dando una práctica recientemente de demandar al periodista por difamación para fundamentalmente acallar su voz, para que el medio se asuste, pongan una lupa o un freno sobre el trabajo que hace X o Y periodista», dijo Guardiola. «No son muchas parecen ser una práctica de ‘chilling efect’, de que lo piensen antes de publicar, para que se autocensuren por el miedo a ser demandados».
Un informe reciente de la UNESCO indica que se ha registrado un incremento en este tipo de reclamaciones, donde se usan los sistemas judiciales para atacar la libertad de expresión. También se recoge que desde 2016 en al menos 44 países se han aprobado leyes vagas o con castigos desproporcionados relacionados a la libertad de expresión que ponen en peligro el ejercicio de este derecho.
Guardiola exhortó a los medios a apoyar a sus periodistas, y eso incluye darle herramientas para que el trabajo sea lo más ético y profesional posible, y por tanto hacerlo «a prueba de balas» contra ataques como calumnia o libelo.
«Me parece que hay una responsabilidad de los medios que va más allá de reaccionar cuando son objetos de alegaciones contra un periodista. Me parece que los medios tienen que velar que el trabajo se haga de esa manera (ética), y esto quiere decir que involucren a asesores legales, que miren el trabajo que se está haciendo para protegerlo de ataques y ayudar a los periodistas a blindar su trabajo para evitar reclamos. A veces se depende de la integridad del periodista completamente y hay que ir un poco más allá, la reacción no puede ser ‘fulano no puede hacer este trabajo’, debe ser ‘vamos a trabajar con la información que quiere investigar este periodista pero vamos a fortalecer su práctica para que realice un reportaje que esté blindado», dijo Guardiola.