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?La sobrecarga de trabajo y la disponibilidad constante están asociadas con altos índices de burnout, ansiedad, depresión y adicciones. Como abogada joven, reconozco que hay días en los que me cuesta salir de la cama. No porque no me guste mi trabajo—de hecho, me encanta—sino porque siento que ya no me alcanza el cuerpo.
Como muchas personas que ejercen la abogacía, mi jornada formal tiene un horario, pero ese horario no refleja la realidad de nuestro trabajo. A eso se le suman las horas extra, los correos a la noche, los fines de semana que se cuelan con compromisos, reuniones, actividades gremiales o causas sociales, etc. Durante mucho tiempo me permití ignorar esa sobrecarga como parte de ser buena abogada. Porque si no das todo, pareciera que no estás dando nada. Porque si dices que no puedes, tal vez no te vuelvan a preguntar. Pero lo cierto es que pesa y agota.
Y no lo digo solo por mí. Lo veo a mi alrededor. Lo escucho en voz baja, entre reuniones, cafés y copas. La ansiedad, la depresión, el insomnio, las adicciones chiquitas o grandes—a la cafeína, al trabajo, al alcohol, al cigarrillo, a la comida, al control. Todo eso existe entre nosotras. Algunas las ocultamos, pero otras las celebramos como gajes del oficio.
A nivel de Estados Unidos, existen varios estudios que concluyen que el ejercicio de la abogacía causa niveles significativos de agotamiento, depresión y ansiedad, lo que lleva a problemas de salud mental, drogodependencia y alcoholismo. Por otro lado, estadísticamente, de las personas que ejercen la abogacía aproximadamente 65% experimenta síntomas de agotamiento o burn out y nunca busca ayuda. Alrededor de 20% acuden a sustancias y reportan adicción. No me parece que esa información sea una sorpresa para una persona que practique la abogacía. Es un tema que se discute tanto en Puerto Rico como Estados Unidos por integrantes de la profesión.
Por mi parte, sin miedo ni vergüenza, puedo decir que recibo tratamiento de salud mental y me ayuda a manejar las emociones y corregir ciertas conductas contraproducentes que me acompañan en silencio. Trato de ser intencional en el manejo de mi tiempo para establecer prioridades, límites, espacios de conexión y descanso, y actividades y hábitos saludables. A veces lo logro, a veces no. A veces me escucho diciendo que "cuando tenga un poco más de tiempo, lo haré mejor". Pero ese tiempo no aparece. No se libera mágicamente. Hay que crearlo. Pero, el progreso no es linear y desaprender una cultura de sobrecargar y disponibilidad completa es un ejercicio que requiere intención y paciencia.
Conociendo y viviendo estas experiencias, me entusiasmó muchísimo la planificación del Legal Reset: Wellness Experience como parte del plan de trabajo de la Comisión de Abogados y Abogadas Jóvenes del Colegio de Abogados y Abogadas de Puerto Rico (CAAPR). Como parte de este evento, esperamos exponer a nuestro gremio y las personas que aspiran a pertenecer a él a distintos tipos de herramientas para promover su bienestar. La idea es que reconozcamos que cuidarnos no es un capricho, ni un descanso que nos tenemos que ganar. Es una necesidad. El bienestar no debería ser la excepción, sino la base. Es también una forma de resistir a una cultura laboral que nos premia por ignorar nuestras señales de alarma.
No tengo todas las respuestas. Apenas estoy aprendiendo qué significa cuidarme sin culpa. Pero sé que compartir un espacio donde podamos hablar, mover el cuerpo, respirar distinto y sentirnos acompañadas, puede ser un primer paso para salir del modo supervivencia.
Y si algo aprendí en estos años, es que ningún paso es muy pequeño cuando se trata de volver a una misma. Si ese paso lo quieres dar el 2 de agosto en el Colegio, estaremos contigo como siempre.