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La competencia y la confidencialidad son claves para integrar la inteligencia artificial en la abogacía

08 de enero de 2024
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Por Perla del Mar Rodríguez Fernández

El Managing Partner de Edge Legal, el licenciado Eliseo Roques-Arroyo, conversó con Microjuris sobre cómo deberes éticos como la competencia, la comunicación, la confidencialidad y la supervisión son claves para la integración de la inteligencia artificial en la abogacía.

Roques Arroyo, quien este semestre se estrena como profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad Interamericana de Puerto Rico, aseguró que la inteligencia artificial no es una distopía tecnológica, pero que pudiera serlo si no nos enfocamos en la ética, la equidad y el bienestar humano al integrarla en nuestras prácticas profesionales.

«Si usamos esos tres pilares, no se volverá realidad [la distopía]», aseguró el licenciado Roques-Arroyo.

Para abordar la ética, Roques-Arroyo analizó los deberes de competencia, comunicación (o información al cliente), confidencialidad y supervisión —establecidos en el Código de Ética Profesional local y/o las Reglas Modelo de Conducta Profesional de la American Bar Association— ante la integración de la inteligencia.

«Esos deberes éticas son vitales para que cualquier firma legal los tenga en mente de cara al uso de la inteligencia artificial», explicó.

Veamos.

1. Competencia

El deber de competencia, explicó Roques-Arroyo, no solo define tu competencia profesional. Una de las competencias que se integran al deber es la tecnológica.

«Por lo tanto, no dominar a plenitud la tecnología que maneja usted como profesional, las personas que supervisa o las personas con las que trabaja pudiera ser una violación a ese deber de competencia. No estar a la vanguardia tecnológica es una falta al deber de competencia de cualquier abogado o abogada en Puerto Rico», puntualizó.

2. Comunicación

El Managing Partner de Edge Legal sostuvo que —al igual que existe la obligación de ser competente— tienes la obligación de comunicarle a tu clientela que estás utilizando inteligencia artificial.

«No hacerlo, me parece a mí, que pudiera rayar en una falta ética», sostuvo.

Como cuestión de hecho, el abogado comentó muchos aseguradores de mala práctica legal le están pidiendo a los bufetes que hagan una divulgación sobre si utilizan inteligencia artificial, cómo la utilizan, qué entrenamiento han dado a sus colegas o personal clerical, qué mecanismos están tomando para salvaguardar la información privilegiada de la clientela y si se lo están comunicando a los clientes.

«Yo sospecho que un porcentaje exiguo ha logrado hacer todas esas cosas y que en el 2024 más aseguradoras, en la parte corporativa principalmente, tendrá que hacer esa divulgación», explicó.

Asimismo, el abogado enfatizó que si no se hacen ninguna de estas divulgaciones, lo mejor es que no se utilice la inteligencia artificial. «No promueva el uso de esa tecnología si no son competentes en el uso de ella», añadió.

3. Confidencialidad

Roques-Arroyo puntualizó que el deber de confidencialidad no solo incluye no divulgar información de un cliente a un tercero de carne y hueso, porque ese tercero puede ser también una máquina.

Aclaró que la información que se integra en un servicio que es gratuito por lo general sirve para entrenar al sistema o al algoritmo y por lo tanto, se convierte en una divisa común. Es necesario tomar medidas para salvaguardar la confidencialidad de la clientela. Estas medidas no se pueden limitar a cambiar algunos hechos y nombres, aseguró el abogado, porque los sistemas son tan predictivos que pueden asumir prontamente el nombre de X y Y.

4. Supervisión

Otro deber que habrá que tener en cuenta en el 2024 es el deber de supervisar.

Roques-Arroyo comentó que ya hay varios escritos académicos en Estados Unidos donde se plantea el deber profesional de supervisar la tecnología que se utiliza para ejercer la labor jurídica.

«No será una defensa que la información o predicción del sistema estaba incorrecta, ante un tema ético o de daños», destacó.

La tecnología no reemplazará a la profesión

Roques-Arroyo enfatizó que, aunque se dice que la inteligencia artificial va a eliminar a la abogacía, su apreciación es que solo va a reemplazar a quienes no se ajusten a esta tecnología.

«Aquellos abogados que se resistan a acogerla y a dominarla, en efecto serán desplazados», explicó.

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