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Las opiniones expresadas en este artículo son únicamente del(a) autor(a) y no reflejan las opiniones y creencias de Microjuris o sus afiliados.
Por el Lcdo. Manuel A. Quilichini
Desde tiempos inmemoriales, los medios han glamurizado la práctica del derecho, comenzando con el ícono Perry Mason y siguiendo con programas como LA Law, The Practice, Boston Legal, The Good Wife y, en tiempos más recientes, Bull y Suits. Luego de varios años en la práctica, me di cuenta de que lo que se reflejaba en esos programas no se acercaba a la realidad; al menos, no a la mía.
Un profesional del derecho usualmente trabaja largas horas, lucha con fechas límites (a veces irrazonables), y se topa con clientes que nos hostigan constantemente y nos tratan como si fuésemos sirvientes y no profesionales. Jueces desconectados de la realidad de la práctica, con exigencias injustificadas, y compañeros y compañeras que no conocen ni honran el concepto de «compañerismo», dentro de un mercado muy competido y limitado, impactan la sanidad de cualquier ser humano. Y no hablemos del efecto del huracán María, los terremotos en el suroeste y la pandemia, así como una economía nacional deteriorada. El producto final es el hastío con la profesión, la vida en un constante estado de ansiedad y tensión, con pocos recursos para lidiar con estas situaciones. Todo abona un terreno fértil para problemas de salud mental, en particular la depresión.
En 2016, la American Bar Association desenmascaró la realidad de la abogacía desde la perspectiva del bienestar de los abogados y abogadas que la ejercen. En el estudio, realizado con la ayuda del Hazelden Betty Ford Foundation, y cuya muestra fue de 12,825 abogados y abogadas practicantes, se concluyó lo siguiente sobre los integrantes de la abogacía:
Además de esas condiciones, los abogados y abogadas sufren incidencias altas de tabaquismo y de abuso de sustancias controladas, incluidos sedantes, opioides y estimulantes. La incidencia de problemas maritales y familiares excede la de los integrantes de otras profesiones.
Por otro lado, el International Bar Association realizó su propio estudio sobre la salud mental en nuestra profesión más allá de Estados Unidos. Su estudio, Bienestar mental en la profesión jurídica: Un estudio global, puede ser accedido en este enlace: https://www.ibanet.org/document?id=IBA-report-Mental-Wellbeing-in-the-Legal-Profession-Spanish. Una de sus conclusiones es: «El bienestar mental dentro de la profesión jurídica es un asunto importante que exige atención y medidas globales». Concluyen que uno de cada tres profesionales cree que sus condiciones de trabajo afectan negativamente a su bienestar mental.
Es evidente que las condiciones de trabajo de algunos compañeros y compañeras son conducentes a promover un estado depresivo. Y te pregunto: ¿Has estado deprimido alguna vez en tu vida? Y hablo de esas depresiones que nos paralizan, que nos ponen lentos, que nos hacen desear estar en cualquier otro trabajo menos este. Yo lo he padecido, aunque no siempre pude reconocerlo, y he ahí una de las dificultades de la depresión: reconocer que la estamos padeciendo, para entonces buscar atenderla.
Los señales de depresión varían de persona a persona, de intensidad y de frecuencia. Sin embargo, los expertos sugieren que pueden incluir los siguientes:
Y eso nos lleva a la segunda pregunta: ¿Y qué puedo hacer si necesito ayuda? Reconocer que necesitas ayuda es el primer paso, y quizás el más fácil. El próximo es un poco más difícil, en parte por una cuestión cultural. La reacción típica cuando te recomiendan que vayas a ver un psicólogo es «yo no estoy loco». Y es lamentable que esa visión nos impida buscar ayuda. Vamos al médico a hacernos cotejos rutinarios físicos, ¿por qué no extenderlo a cotejos rutinarios de salud mental?
Un psicólogo tiene el adiestramiento no solo para ayudarte a reconocer cualquier problema de salud mental que tengas, y por salud mental no me refiero a condiciones severas, sino a cosas tan sencillas como tensión, ansiedad, tristeza, y otras. Son condiciones típicas de la vida que se nos pueden salir de las manos e interferir precisamente con nuestra vida. El psicólogo no te juzgará ni te medicará, pero utilizará sus conocimientos para que pongas en perspectiva lo que estás pasando y te dará herramientas para lidiar con ello.
Debes reconocer que tu estilo de trabajo abona a tu condición mental y, por ello, es necesario que modifiques aquellas conductas que te hacen daño. Entre ellas puedes hacer lo siguiente:
Si, a pesar de mi exhortación no quieres visitar a un profesional de la salud mental, te invito a que te eduques para que adquieras las destrezas para manejar esta persistente condición, tales como meditación, yoga, mindfulness y grupos de ayuda. Además del artículo antes citado de la International Bar Association, te recomiendo que accedas a otro artículo útil, El «estigma» de la salud mental en la abogacía, aquí. También puedes ir a la página web Lawyers with Depression, que te ofrecerá excelentes recursos y lecturas sobre el tema.
Una herramienta novedosa es el Lawyers Depression Project. Esta página es realmente un grupo de apoyo en línea para abogados y abogadas que sufren depresión. Lo novedoso es que puedes participar de manera totalmente anónima en estos grupos de apoyo. Dale una mirada.
En Puerto Rico hay recursos de ayuda para situaciones de salud mental, incluidos los siguientes:
También les recomiendo que vayan regularmente al blog «Es mental» . Tiene un sinnúmero de artículos sobre diversos temas de salud mental y bienestar que sé encontrarás muy útil.
No nos debemos abochornar por haber sufrido o sufrir de depresión incapacitante. Debes verla como una condición que podemos entender y controlar, en vez de dejar que ella nos controle. Todos aspiramos a una vida feliz, digna, estable, pero esto no cae del cielo, y en ocasiones debemos trabajar para conseguirlo. Solo tienes que proponértelo y dar el primer paso. Piensa que no tienes nada que perder.
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