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Por Daniel Rivera Vargas
El profesor del Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico (UPR) y autor del libro «Contra la tortura de los números», Luis Avilés Vera, explicó a Microjuris.com los aciertos y desaciertos del Perfil de la Población Confinada 2019 que prepara cada trienio el Departamento de Corrección y Rehabilitación (DCR).
El perfil es un documento estadístico preparado por el DCR cada tres años que recoge las respuestas de la población penal a numerosas preguntas en temas como escolaridad, religión, núcleo familiar, diversidad funcional física y cognitiva.
El último perfil contó con las respuesta de cerca de 7,663 personas confinadas sentenciadas, que no es el total de la población confinada porque hay un 15% adicional, para cerca de 9,000 personas encarceladas, que están en una prisión porque no han podido pagar su fianza y están en espera de juicio.
De entrada, Avilés quiso resaltar que este tipo de instrumento no es uno adecuado, en el DCR o en cualquier instancia.
«Yo detesto los perfiles», repetía una y otra vez.
El profesor expuso que el problema con los perfiles, como el del DCR, es que no hacen comparaciones adecuadas.
«En la medida que no hay un grupo de comparación, los perfiles inducen a error», sostuvo Avilés Vera, quien lleva mucho tiempo dedicado a estudiar la comunicación de la estadística en debates de política pública.
Por ejemplo, mencionó que el documento indica que la mayoría de los confinados residían en San Juan, lo que puede dar la impresión de que en la capital hay más personas que han delinquido que en otras partes del país, cuando en realidad es que por datos del Censo, este es el pueblo donde más gente vive en Puerto Rico.
Los tres pueblos de donde provienen más personas que hoy viven confinadas son San Juan, con el 12.45%, Ponce con 6.51% y Bayamón con 5.95%.
Otro ejemplo, son los datos sobre el consumo de marihuana.
El perfil agrupa a los usuarios de marihuana y de otras sustancias controladas dando la impresión, según Avilés, de que una sustancia lleva al uso de las otras.
Lo ideal, dijo, sería detallar cuántos de esos usuarios de marihuana solo usan marihuana y cuántos usan también otras sustancias.
El perfil indica que «el 56.62% (2,831 de 5,000 con historial previo) de los confinados expresó que la sustancias de uso primario es marihuana, 15.72% heroína, 10.78% cocaína, 3.94% crack, speedball (heroína + cocaína), 2.84% opiáceos (tramadol, percocet), 1,60% diablillo (marihuana +cocaína)».
Como tercer ejemplo, el perfil indica que el 3.13% de las personas encarceladas respondió que no saben leer y escribir.
Lo ideal hubiera sido saber cuántas personas, según el censo, en la población total de Puerto Rico también son analfabetas para ver si la realidad de las personas confinadas es igual a la del resto del país, explicó.
«Me gusta mucho que el DCR haga este esfuerzo, que chévere que lo hace, pero ojo que los perfiles inducen a error, si no va acompañado con una aclaración», sostuvo Avilés, que forma parte de la facultad del Departamento de Ciencias Sociales de la Escuela de Salud Pública del Recinto de Ciencias Médicas.
«No hay manipulación más grande que la idea de que lo datos hablan por sí solos», agregó.
Avilés destacó que el perfil tiene algo muy positivo: que separa el género del sexo.
El perfil indica que de las 7,663 personas encarceladas que contestaron el cuestionario, 7,400 contestaron que son de sexo hombres. De los 7,400 hombres que contestaron, 7,337 se identifican como masculino, un 0.16% se identificó como femenino y 0.11% no respondió.
Del total de hombres, el 0.34% se identificó como homosexual, 0.23% como bisexual y 0.01% como intersexual.
El perfil identificó 263 mujeres o un 3% de las mujeres confinadas.
El 82.51% se identificó con el género femenino, el 0.76% se identificó como masculinas y 0.38% se identificaron como género no-conforme.
Un 12.93% respondió que era bisexual, un 3.04% homosexual y 0.38% respondieron ser intersexuales.
«El que aparezca en un informe esto es un avance enorme. Es un tema que en este país no se discute», dijo.
«Es un paso grande en la dirección correcta», sostuvo.
El profesor expuso que ha visto preguntas sobre la diferenciación a base de sexo y género, donde se valoriza cómo se percibe esa persona confinada en ese aspecto, tanto en el perfil de 2019 como en ediciones anteriores de ese documento de 2015.
Según Avilés, parece que se hace para cumplir con una ley federal para prevenir agresiones sexuales y sostuvo que habría que ver si el DCR está tomando medidas para ayudar a la población a base de esas respuestas.
«Hay que ver si eso se ha traducido en política pública o si sencillamente se hace en cumplimiento de una ley, pero es un paso enorme», afirmó.
El Departamento de Corrección y Rehabilitación aseguró a Microjuris.com que evalúan las respuestas sobre género al momento de tomar medidas sobre ubicación.
«Durante el proceso de admisión, el personal del DCR realiza una serie de entrevistas a los nuevos ingresos para determinar una adecuada ubicación y para identificar criterios de riesgos o vulnerabilidad», destacó en declaraciones escritas la agencia.
«Como parte de estas entrevistas, se incluye un formulario con preguntas sobre orientación e identificación sexual. En este proceso, también se le orienta al nuevo ingreso que la información es confidencial y que la misma es utilizada para aclarar y dar conocimiento de las diferentes políticas y procedimientos que apliquen», continuó la agencia.
El 66.53% de las personas confinadas recibe un ingreso anual de $20 mil o menos. Otro 16.62% recibe entre $20 mil y $40 mil.
Por otra parte, un 15.265% entiende que no tiene posibilidad de un empleo lícito cuando salga de prisión.
El 62.25% de las personas confinadas (5,000) tiene historial de abuso de sustancias.
Según el perfil, el 8% (629) comenzó tras ingresar a prisión.
Un total de 1,599 de 7,663 confinados, o el 20.87%, tiene alguna condición de salud mental diagnosticada antes de entrar a la cárcel. De estos, 489 fueron diagnosticados antes de ingresar a prisión, según el perfil.
Mientras, un total de 1,078 de los confinados (14%) padece alguna condición mental desde que ingresaron al sistema, según el documento.
El 30% de las personas confinadas residían en comunidades dentro de zonas rurales. El 25% residía en comunidades, barrios o barriadas de zonas urbanas.
El 6% de las personas confinadas cursó hasta el octavo grado y el 10% hasta el noveno grado.
Un 8% había tomado examen de equivalencia. El 35% de todos las personas confinadas completó el cuarto año de escuela superior. Hay 18 personas confinadas con maestría, 10 con doctorado y uno con un grado postdoctoral.
El 38% de los hombres encarcelados tienen entre 25 y 34 años. Mientras, el 47% de las confinadas mujeres tienen entre 30 a 39 años.
Hay personas nacidas en 22 países, incluyendo lugares como Estados Federados de Micronesia, Rumania y Liberia.
La mayoría (6,972) nacieron en Puerto Rico.
Al menos 577 nacieron en Estados Unidos y 84 en República Dominicana.
El 51.38% de las personas confinadas vivían en la residencia de un familiar.
Un 17.5% en una residencia subsidiada por el gobierno y un 15.32% en una residencia de su propiedad.
El 30% de las personas se identifican como creyentes no afiliadas, el 28% como católicas, el 16% como pentecostales, el 13% como evangélicas y el 3% de las personas respondedoras se identificaron como ateas.
El 65.47% se identificó como soltero, el 21.64% tenía una unión consensual y el 6.15% dijo estar casado.
El 28.12% expuso que no tenía hijos o hijas.
El 24.10% dijo tener un hijo.
El 20.44% expuso que tenía dos.
El 11.91% dijo que tenía 3.
El 10.44% señaló que tenía 4, 5, 6 o más hijos.
El 88.37% proviene del sistema público de enseñanza. El 4.72% estudió en un sistema «mixto», entre público y privado. Un 3.46% estudió en el sistema privado.
Unos 1,109 (o el 14.47%) de las personas confinadas son parte de la comunidad con diversidad funcional en Puerto Rico.
Unos 234 de dijo que se trataba de déficit de atención e hiperactividad.
El 36% de las personas confinadas expresó que estaba trabajando a tiempo completo antes de entrar a la fuerza laboral, mientras el 27% dijo que no participaba de forma alguna.
El 25% pertenecen al grupo ocupacional de obrero no diestro.
El 12% de las personas confinadas se identificó como víctima de algún tipo de violencia.
Al separarlo por sexo, hay una brecha amplia donde el 62.36% de las mujeres dijeron que había sido víctimas de algún maltrato, el 60.08% precisó que el acto de violencia fue en el hogar, frente a un 10.57% de los hombres.
El 30.80% de las mujeres obtuvo órdenes de protección, frente a 1.19% de los hombres.
El 53% de las personas confinadas o 4,083 han tenido familiares en prisión.
El 37%, o 1,531, son hermanos.
El 91% de los confinados, o 6,078 personas, incurrieron en un delito grave.
De estos, el 31% o 2,360 fueron por delitos contra la vida.
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