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Las opiniones expresadas en este artículo son únicamente del(a) autor(a) y no reflejan las opiniones y creencias de Microjuris o sus afiliados.
Por el Lcdo. Donald R. Milán Guindín
La comunicación, más bien la comunicación efectiva, con todas las partes del sistema judicial es una destreza que deben dominar los abogados. El gran abogado F. Lee Bailey en su tratado Cómo se ganan los juicios señala, «para un abogado litigante de primer orden, la habilidad de hablar de una manera eficiente, no es lo importante, es lo único importante». Sin embargo, muchos abogados hablan de manera muy rebuscada al momento de expresarse en corte abierta, mientras interrogan o contrainterrogan a un testigo, cuando hablan en los medios o en conversaciones con sus representados. De ahí el título de esta nota, «El abogañol: el idioma de los abogados».
Juan Jesús Garza Onofre en su obra No estudies derecho, una revisión a la función social de los abogados dice, «si hay algo que distingue a los abogados es su uso tan particular del lenguaje». Bailey indica, «el lenguaje legal es esencialmente un idioma diferente y el abogado tiene que aprender a usarlo en su trabajo». Garza Onofre señala que el abogañol "es el uso inadecuado del lenguaje por parte de los abogados". Añade este autor, que el uso del abogañol dificulta la comprensión entre operadores y usuarios del sistema, «derivan en un menoscabo del sistema judicial, del Derecho y del Estado, pues sin las facilidades para acceder a la justicia no se podrán garantizar los derechos».
Garza Onofre puntualiza, «el hecho de que los abogados hablen de manera muy rebuscada no implica que digan cosas importantes para contribuir a solucionar los problemas de su entorno. Con frecuencia sólo se trata de mucho ruido y pocas nueces».
Por su parte, Bailey alerta sobre la adopción del lenguaje legal y señala la importancia de no dejarse influir por este porque de lo contrario no podrán comunicarse efectivamente con las personas ajenas a la profesión legal. Lo cual incluye a sus representados, los jurados y la prensa. En otras palabras, de nada vale hablar en abogañol, para lucir "más abogado", si nadie lo entenderá.
El amigo Javier F. Ramos Rodríguez en su libro Abogar es comunicar señala, «los abogados están en la posición única de ser intermediarios entre el sistema legal y sus clientes, y su deber es garantizar que sus representados comprendan plenamente sus derechos, opciones y responsabilidades legales». Ofrece como una solución lo siguiente, «la clave para una comunicación efectiva es la simplificación. Como abogados, debemos esforzarnos por explicar los conceptos legales de manera sencilla y comprensible». También, dice, «esto no significa subestimar la inteligencia de las personas, sino más bien garantizar que todos tengan igual oportunidad de estar informados y participar plenamente en el proceso legal».
Hablar de manera sencilla y comprensible no lo hará lucir menos abogados. Por el contrario, permitirá que su mensaje llegue correctamente a su receptor. Asimismo, ser humilde le traerá muy buenos resultados dentro y fuera de la corte, incluyendo los medios de comunicación. Sobre esto último Ramos Rodríguez señala, «el conocimiento jurídico pareciera otorgarnos a veces un aura de prepotencia y ego que no es conveniente para trabajar con los periodistas». Igual opinión pueden tener los jurados al escuchar a los abogados hablarles en abogañol.
En resumen, hablar en abogañol poco aporta a la defensa de sus representados. Voltaire dijo «una palabra mal colocada estropea el más bello pensamiento». Similar efecto tiene el uso de palabras rebuscadas al formular una pregunta, elaborar un argumento, hablarles a los medios o cuando se le orienta a un representado.
Amigo lector abogado, olvide el abogañol y use palabras que todo el mundo pueda entender, de esa manera su mensaje llegará.
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