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El cooperativismo como espacio común entre Cuba y Puerto Rico

30 de septiembre de 2015
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Las experiencias cooperativistas tanto en Puerto Rico como en Cuba, se perfilan como espacios de intercambio y de mutuo crecimiento, además de que son un punto de encuentro entre las filosofías de gobierno que, hasta el momento, han regido a ambas islas

El cooperativismo entre Cuba y Puerto Rico como espacio común
Ilustración: Ramses Morales Izquierdo

Por Ana Teresa Toro
Para Microjuris

Si es cuestión de contrastes, los que existen son perfectos. Cuba, la más grande de las Antillas Mayores y el rostro del comunismo en América Latina. Puerto Rico, la más pequeña de las Antillas Mayores y el primer guiño al capitalismo salvaje en la región. Ambas islas, con puerta de entrada al norte y «trato especial» en los Estados Unidos, ambos países hermanados culturalmente y en tiempos más recientes, hermanados por las crisis que siempre obligan a inventárselas.

En Cuba, las vacas flacas llegaron primero con el durísimo periodo especial en los 90, resultado de la culminación del apoyo y posibilidades económicas derivadas de la relación con el desarticulado bloque soviético y la caída del Muro de Berlín. En Puerto Rico, llegó más de una década más tarde, con los albores de la quiebra que vive el país hoy día, aunque el ordenamiento jurídico que nos rige dicte que no podemos quebrar.

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En esta serie de artículos hemos profundizado en esos lazos y su diversidad de puntos de encuentro, sin embargo, hay uno que quizás de tan obvio había quedado en el tintero. Hasta hoy.

Se trata del cooperativismo como punto de encuentro y como espacio para el natural aprovechamiento y crecimiento de estos vínculos históricos tan profundos. En el caso de la Asociación de Ejecutivos de Cooperativas (ASEC), desde el 2009 han comenzado a establecer vínculos con líderes del cooperativismo cubano, además de haber diligenciado viajes de estudio para fomentar este intercambio. Es un diálogo que comenzó hace unos años, que se ha sostenido con más viajes profesionales y que, finalmente, podrá redundar en cosas más concretas ante el nuevo escenario.

Fue así como en el 2009 entraron en conocimiento de primera mano con el modelo de cooperativismo agrícola en Cuba, el más sólido que encontraron en la isla al momento. Cada año, la ASEC organiza una serie de pasantías donde representantes de diversas cooperativas puertorriqueñas tienen la oportunidad de tomar cursos de capacitación con líderes cooperativistas de distintos países, toda vez que presentan los modelos puertorriqueños que han sido exitosos. Por ejemplo, este año estuvieron en Perú, como lo han estado antes en destinos como Canadá o Chile.

En el caso cubano, Carlos Ortiz, presidente de ASEC, recuerda ese primer contacto como una de las experiencias más gratificantes que han tenido en la organización. «Visitamos varias cooperativas y nos encontramos un modelo de subsistencia para crear actividad agrícola y económica en poblaciones marginadas, desde le punto de vista de la distancia… Vimos una comunidad que se desarrolla a través de la cooperativa que crea oportunidades de trabajo. Una de ellas tenía casi 100 hectáreas de terreno en las que estaban cultivando plátanos, papas y demás. Esos productos los revendían al gobierno y los excesos los utilizaba la misma comunidad para su alimentación. También con la venta de estos productos se construían escuelas y centros de salud», destacó Ortiz acerca de la experiencia con la Cooperativa Agrícola Camilo Cienfuegos en el pueblo de San Francisco, una vivencia que le hizo reflexionar y pensar que este tipo de ejercicio del cooperativismo se trata sin duda, «una de las formas más puras del cooperativismo que hemos visto».

En ese contexto, Ortiz destaca que ante el nuevo escenario económico que se vislumbra para Cuba hay mucho conocimiento que intercambiar. Por un lado, observa que el cooperativismo puertorriqueño tiene mucho que aprender del cooperativismo agrícola cubano, así como del uso que se le da a los excedentes que genera la cooperativa. «Es un modelo que podemos emular, en particular desde el punto de vista del uso que le dan a los ingresos que reciben que son utilizados para ofrecer servicios médicos, dentales y otros tantos a los socios de la misma comunidad. De eso podemos aprender, porque si identificamos un problema de salud podríamos destinar parte de los fondos que recibimos a dar esos servicios, así como a atenter situaciones de la misma comunidad», expone consciente de que si bien este tipo de cosas suceden en nuestro país, hace falta profundizar más en los modelos.

Igualmente, considera que Puerto Rico tiene mucho que ofrecer en materia de herramientas para el desarrollo de modelos de cooperativas de ahorro y crédito (el más efectivo en la isla), así como de cooperativas de consumo como farmacias y supermercados, o industriales y de servicios comunitarios. Se trata, a fin de cuentas, de cooperación entre cooperativas.

«Podemos proveer ayuda técnica dependiendo de hacia dónde vaya la economía cubana, podemos apoyar en lo que ellos vayan a hacer. Se ha hablado de que Cuba va hacia un cierto tipo de capitalismo moderado y eso encaja muy bien con el modelo cooperativista porque esto es un capitalismo social, donde buscamos el bien común en los servicios que ofrecemos», expone Ortiz quien a su vez considera que cualquier empresario puertorriqueño que esté mirando hacia Cuba como un destino de inversión tiene «una gran ventana de oportunidad… Lo que necesita Cuba es lo que está ocurriendo, es un país de más de 10 millones de habitantes que tiene hambre de crecer y cualquier empresario puertorriqueño que tenga la habilidad de llevar su producto o desarrollar productos propios cubanos, es cuestión de llegar allí hacer los contactos y demostrar la capacidad que tiene el puertorriqueño de crear empresas. Además, hay una afinidad cultural que es importantísima y abre puertas».

Y es que en medio de tanta historia compartida, de tantos contrastes por oposición, hay un vocabulario común en este modelo que merece la pena estudiarse y aventurarse a explorar. Después de todo no se puede escapar de la historia común.

«Hemos padecido de los mismos vicios, hay mucho parecido en las economías, el populismo en Puerto Rico creó un estado de beneficencia, la noción del estado como el principal patrono por ejemplo y eso genera problemas de productividad… Además, esos grandes imperios se ofuscaron en hacernos ver como países muy diferentes: la cabeza de playa del comunismo versus la punta de lanza del capitalismo democrático en Latinoamérica. Y al final, hemos terminado siendo casi siameses en muchos sentidos y hemos tomado al fin y al cabo decisiones muy parecidas», propone por su parte José Julián Ramírez, director ejecutivo de ASEC.

 

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