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Inteligencia artificial y funciones adjudicativas: Entre «bolas y strikes» y el futuro de la justicia

25 de febrero de 2025
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Las opiniones expresadas en este artículo son únicamente del(a) autor(a) y no reflejan las opiniones y creencias de Microjuris o sus afiliados.

Por Alfonso Martínez Piovanetti, Catedrático Auxiliar, Escuela de Derecho de la Universidad de Puerto Rico

Durante su vista de confirmación ante el Senado federal en el 2005, el nominado a juez presidente del Tribunal Supremo de los Estados Unidos, John Roberts, utilizó una metáfora que resonó en la conciencia pública: «Mi trabajo es cantar las bolas y strikes, y no lanzar ni batear». Con esta imagen, buscaba ilustrar la función judicial como un papel pasivo y objetivo, similar al de un árbitro en el béisbol, cuyo único deber es aplicar las reglas sin influir en el desarrollo del juego. Sin embargo, esta idea ha sido ampliamente debatida en la teoría del Derecho. La adjudicación no es simplemente la aplicación mecánica de normas preexistentes, sino un ejercicio de interpretación que puede estar cargado de subjetividad y juicio humano.

La reciente incorporación de sistemas de inteligencia artificial en el béisbol, con la implementación de árbitros electrónicos en las Grandes Ligas, nos ofrece un paralelismo interesante que nos exige repensar la metáfora del juez presidente Roberts. En las ligas menores, estos «robots árbitros» ya han sido utilizados para determinar bolas y strikes con una precisión que minimiza la subjetividad humana. A diferencia de los árbitros tradicionales, estos sistemas basados en visión computacional pueden evaluar con exactitud la trayectoria de la pelota y su ubicación en relación con la zona de strike establecida por las reglas del juego. Su propósito es claro: la utilización de algoritmos para eliminar el error humano, hacer que las decisiones sean más consistentes y reducir la percepción de parcialidad.

Este año, la MLB comenzó a probar el Sistema Automatizado de Bolas y Strikes (ABS) en los juegos de entrenamiento de primavera. Este sistema utiliza cámaras para rastrear los lanzamientos y determinar si caen dentro de la zona de strike, con los árbitros recibiendo las decisiones a través de auriculares. Se espera que, si las pruebas son exitosas, el ABS se implemente en la temporada regular del 2026. Este avance refleja un cambio en la percepción del arbitraje en el béisbol: de ser una función exclusivamente humana a una en la que la tecnología desempeña un rol determinante. Sin embargo, el debate sobre la intervención tecnológica en la toma de decisiones importantes no está exento de controversias, especialmente entre jugadores y aficionados que valoran la dimensión humana del juego.

Aun cuando la tecnología ha sido bien recibida por algunos jugadores y analistas, también ha encontrado resistencia. Parte del atractivo del béisbol radica en la interacción humana, en la autoridad del árbitro y en la dimensión subjetiva del juego. La idea de un deporte sin margen para la discusión y la interpretación ha generado escepticismo entre los puristas. En gran medida, la misma resistencia se encuentra en la profesión jurídica ante la irrupción de la inteligencia artificial en las funciones adjudicativas que corresponden a la judicatura.

En el ámbito jurídico, el uso de herramientas algorítmicas no se limita a la investigación y redacción jurídica, sino que ya se ha comenzado a utilizar en la resolución de ciertas disputas, para evaluar los riesgos de letalidad a los que se expone una víctima de violencia de género, en la predicción de decisiones judiciales y en el manejo de grandes volúmenes de información y documentos en los procesos de descubrimiento de prueba, entre otras. Algunas de estas herramientas basadas en la inteligencia artificial han demostrado que pueden procesar información y «adjudicar» controversias legales con una velocidad inalcanzable para los jueces humanos. Sin embargo, el temor de una «justicia automatizada» sin espacio para la deliberación y la ponderación humana sigue siendo un obstáculo para su adopción generalizada.

La metáfora de Roberts cobra aquí un nuevo significado. Si los jueces son árbitros, ¿qué sucede cuando el árbitro es reemplazado por una máquina? ¿Es la IA una herramienta para hacer que la justicia sea más predecible y objetiva, o, por el contrario, amenaza con deshumanizar el proceso judicial y eliminar el matiz interpretativo que caracteriza el Derecho? Así como el béisbol enfrenta el reto de hasta qué punto quiere depender de la tecnología para decidir el resultado de los juegos, los sistemas judiciales deben plantearse hasta qué punto la IA puede y debe intervenir en la adjudicación de las controversias.

El debate no es solo técnico, sino eminentemente filosófico, ético y político. Si bien la IA puede ofrecer eficiencia y coherencia en la aplicación de las normas del derecho positivo, el Derecho no se reduce a una simple cuestión de cómputo o de mecánica automatizada. La legitimidad del sistema judicial depende no solo de su capacidad para producir decisiones correctas, sino también de su aceptación por la sociedad. El reto de la IA ante las funciones adjudicativas del Poder Judicial es encontrar un equilibrio: aprovechar sus beneficios sin perder de vista la esencia humana de la justicia.

Así como en el béisbol todavía hay árbitros en el campo de juego que recurren a la IA para tomar mejores decisiones, los jueces deben seguir desempeñando su función fundamental de adjudicar los casos y controversias ante su consideración, guiados por los principios de equidad y razonabilidad que caracterizan la discreción judicial, mientras integran herramientas tecnológicas que optimicen su labor. La interrogante que queda abierta es si, al igual que en el béisbol, llegará el día en que «el juez-robot» deje de ser una idea especulativa y pase a ser una realidad aceptada dentro del ordenamiento jurídico.

Las columnas deben enviarse a mad@corp.microjuris.com y deben ser de 600-800 palabras. 

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