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El avance y las posibilidades de la Inteligencia Artificial (IA) fueron el tema principal del informe anual de la judicatura federal, divulgado el pasado domingo.
El documento guarda silencio sobre uno de los asuntos de mayor relevancia en los pasados 12 meses respecto a la judicatura federal y se trata de los límites éticos de los miembros del Tribunal Supremo de Estados Unidos. Incluso el alto foro, en medio de los señalamientos a varios jueces, principalmente el más veterano de todos, Clarence Thomas, aprobó por primera vez en sus más de 200 años de historia un código de reglas de conducta. Este hecho tampoco fue incluido en el informe anual.
El informe de 13 páginas con la firma del Juez Presidente, John Roberts, arranca con una animada y variada perspectiva sobre la tecnología: la alegría de unos campesinos cuando vieron que tenían electricidad en sus casas, la bancarrota del afamado escritor Mark Twain por una especie de maquinilla que era demasiado compleja para comercializarse y la llegada de las primeras computadoras hace solo 35 años -en 1989- para las secretarías de los jueces federales.
«Mientras el 2023 llega a su fin, con predicciones que nos deja sin aliento sobre el futuro de la Inteligencia Artificial, algunos se pueden cuestionar si los jueces se convertirán en obsoletos. Les aseguro que no, pero estoy igualmente confiado en que los cambios tecnológicos continuarán transformando nuestro trabajo», dijo el juez Roberts.
Poco después, el escrito continúa con otras atinadas palabras: «la profesión legal es, en general, notoriamente contraria al cambio». El respeto a la tradición llega al punto de que a los abogados y abogadas que comparecen a las audiencias ante el Supremo federal, se les hace entrega de plumas como las que se usaban hace dos siglos, pero se hace como recordatorio porque ya ni siquiera se les provee tinta para su uso.
Roberts luego se embarcó en un repaso de las tecnologías usadas por los tribunales, desde las primeras computadoras, la fotocopiadora, el PACER y las videoconferencias.
Para el juez, la IA es solamente otro paso en esta ola de cambios tecnológicos. Roberts resume algunos de los logros ya conocidos asociadas a estos equipos, como que es capaz de pasar los exámenes de reválida y pregona que en el futuro «la investigación jurídica pronto será inimaginable sin ella». También plantea que facilitará el llamado acceso a la justicia a litigantes con pocos recursos, al tiempo que sermonea sobre los peligros que encierra, como la invasión de intereses privados, la potencial violación a privilegios legales al introducir a esos sistemas infomación confidencial y la deshumanización del derecho.
«Las determinaciones legales con frecuencia involucran áreas gris que requieren la aplicación del conocimiento humano», indicó el juez.
Roberts recordó aspectos como el medir la sinceridad en una vista de sentencia de un juez de distrito, o cuando los magistrados apelativos determinan el abuso del derecho.
«Las máquinas no pueden reemplazar por completo a figuras claves de un tribunal», señaló.
En el informe también compartió las más recientes estadísticas sobre los procesos judiciales en los tribunales de Estados Unidos. Por ejemplo, se reflejó un descenso de 15% en casos presentados ante el Tribunal Supremo, incluyendo una caída de 12% en los recursos presentados por personas sin abogado o abogada –in forma pauperis– y una baja también de 4% en casos radicados en los tribunales apelativos.
Asimismo, hay un alza de 13% en las quiebras y una subida de 24% en los casos civiles presentados en los tribunales de distrito. Entre esas alzas hay un 44% de aumento en asuntos de inmigración, 21% en peticiones de confinados y 12% en recursos de seguro social.
Además, hay 122,824 personas bajo supervisión post sentencia en el sistema penal federal, una baja de 1% con el año 2022.