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Este es un extracto del libro "Guía de Venta de Catálogos Musicales" por Silvino Edward Díaz, Esq., abogado especializado en música y Director del Grupo de Derecho del Entretenimiento de EPGD Business Law (Miami, FL).
Un artista puede tener muchas razones para vender su catálogo musical: disminución de ingresos, necesidad de liquidez, diversificación de inversiones, planificación para el retiro y sucesión, y condiciones del mercado.
Primero, hubo disminución de ingresos y la necesidad de liquidez, que surgieron durante la pandemia COVID-19, cuando innumerables conciertos, giras y festivales fueron cancelados o pospuestos. Artistas enfrentaron una pérdida significativa de ingresos: solo en 2020, la industria de la música en vivo perdió más de $30 mil millones a nivel mundial. Esto llevó a muchos artistas y titulares de derechos a reevaluar cómo monetizar sus portafolios musicales, y los catálogos musicales emergieron como activos altamente líquidos y en constante apreciación.
Además, Spotify, Apple Music y YouTube registraron un aumento en su uso, ya que las audiencias en confinamiento consumían más contenido digital. Mientras la música en vivo cayó considerablemente, los ingresos por música grabada crecieron un 7.4% a nivel mundial en 2020, impulsados por el streaming. Esta mayor actividad generó ingresos estables y en aumento por regalías de música grabada y publicación.
El resultado fue una avalancha de artistas que buscaron capitalizar las altas valoraciones de los catálogos musicales en un momento de incertidumbre financiera. Monetizar sus catálogos se convirtió en una forma de asegurar estabilidad financiera inmediata, protegerse ante un futuro incierto en las giras y, en algunos casos, ayudar con la planificación patrimonial.
Segundo, en cuanto a la diversificación de inversiones, vender catálogos permite a los músicos asegurar estabilidad financiera más allá de sus obras y carreras. La industria musical es inherentemente volátil, pero las ventas de catálogos permiten a los artistas mitigar estos riesgos y establecer seguridad financiera más estable y a largo plazo.
Por ejemplo, Ryan Tedder, miembro de OneRepublic, vendió la mayoría de su catálogo musical a la firma de capital privado KKR por $200 millones en enero de 2021, incluyendo canciones que coescribió para artistas como Beyoncé, Adele y Paul McCartney. Esta transacción le permitió explorar inversiones en bienes raíces, startups y otros sectores.
Tercero, vender un catálogo implica varios beneficios de retiro y planificación patrimonial, incluyendo evitar disputas de herencia y aprovechar tasas fiscales sobre ganancias de capital. Un ejemplo de esto es Prince, quien falleció en 2016 sin dejar testamento, lo que desencadenó una batalla legal sobre la valoración de su patrimonio. La ausencia de testamento y las complejidades inherentes de la valoración de derechos musicales resultaron en un proceso testamentario de seis años, durante el cual se gastaron decenas de millones de dólares en honorarios legales. Finalmente, el patrimonio se dividió entre la empresa musical Primary Wave y los herederos de Prince. Esto demuestra la importancia de una planificación patrimonial integral para evitar disputas legales prolongadas.
En contraste, Bob Dylan vendió todo su catálogo de composiciones a Universal Music Publishing en 2020—supuestamente por entre $300 y $500 millones—lo que significó que el valor de todas sus futuras ganancias se le pagó de una vez. Aunque se estima que pagó una tasa de impuestos sobre ganancias de capital del 23.8%, ya no tendrá que pagar impuestos sobre ingresos futuros (una tasa del 37%). Además, Dylan ganó liquidez y simplificó sus asuntos financieros tanto para él como para sus herederos.
Cuarto, las condiciones del mercado—como altas valoraciones, tasas de interés bajas y mayor interés de los inversionistas—pueden motivar a los artistas a capitalizar sus activos y maximizar rendimientos. Tradicionalmente, los catálogos se vendían por 8 a 12 veces sus ingresos anuales, pero durante el boom de ventas de catálogos (2019–2022), algunos activos se vendieron por 20–30 veces sus ingresos anuales. Por ejemplo, en 2024, Queen vendió su catálogo musical a Sony Music por aproximadamente $1.27 mil millones, debido al auge del streaming y al éxito de la película biográfica Bohemian Rhapsody de 2018.
¿Por qué estoy vendiendo? Las razones pueden incluir seguridad financiera, cambios de estilo de vida, reinversión empresarial, alivio administrativo o incertidumbre en el mercado. Asegúrate de tener un propósito claro: una vez vendido, no hay vuelta atrás.
¿Cómo usaré los ingresos de la venta? ¿Reinvertirás en un negocio, comprarás una casa, pagarás deudas o crearás un fondo de retiro? Si no tienes una estrategia financiera clara, corres el riesgo de convertir una ganancia inesperada en una oportunidad desperdiciada.
¿Necesito el dinero para pagar algo específico? Si estás vendiendo para comprar un activo que se deprecia, como un auto o una propiedad personal, eso es una señal de un potencial riesgo. Si estás vendiendo tu catálogo para comprar algo o para pagar cuentas, piénsalo bien. Estás convirtiendo un activo que genera ingresos en un gasto único. Pregúntate: ¿lo que estoy comprando probablemente aumentará su valor?
¿Estoy buscando invertir el dinero? Muchos artistas venden sus catálogos para reducir riesgos y expandir su ecosistema financiero. Por ejemplo, Shakira, tras vender su catálogo a Hipgnosis, amplió su portafolio empresarial e invirtió en iniciativas de salud y educación.
¿Quién es dueño de las obras? La propiedad puede dividirse entre: (a) derechos de máster (típicamente pertenecen a sellos discográficos o artistas); (b) derechos editoriales o de publicación (divididos entre compositores, editoriales y a veces administradores); (c) derechos de ejecución pública (gestionados por entidades como ASCAP, BMI, SESAC); y (d) derechos de nombre, imagen y semejanza. Si no eres dueño del 100% de una canción, solo venderás tu parte, y los compradores deben tener claridad sobre exactamente qué porcentaje están adquiriendo.
¿Todo está debidamente registrado y en orden? Los compradores esperan una cadena de titularidad limpia, un rastro claro y documentado de los derechos de propiedad de cada obra en el catálogo. Esto incluye: registro en las PRO, hojas de reparto (split sheets), acuerdos con coautores, documentación de «work-for-hire», y registros de derechos de autor.
¿Hay coautores, herederos o colaboradores que podrían disputar la propiedad? Colaboradores no reconocidos o acuerdos mal redactados pueden salir a la luz durante o después de una venta. Esto puede generar litigios costosos si no se resuelve, y peor aún, puede hacer fracasar la venta del catálogo.
¿Cuál es el valor de mi catálogo? Cuando preguntas cuánto vale tu catálogo, en realidad estás preguntando: ¿Cómo genera ingresos hoy en día? ¿Esa fuente de ingresos es estable, está creciendo o disminuyendo? ¿De dónde proviene ese ingreso? Si no sabes cuánto vale tu catálogo, estás negociando a ciegas. Esto puede llevarte a subvalorar tu trabajo.
¿Debo vender todos mis derechos o solo una parte? Una venta del 100% significa que estás transfiriendo toda la propiedad y, con ella, todos los ingresos futuros, a cambio de un pago único. Esto puede funcionar si buscas máxima liquidez, si estás listo para salir del negocio musical, o si deseas enfocarte en otros proyectos. Sin embargo, una cesión total implica que ya no recibirás regalías recurrentes y probablemente perderás control sobre cómo se usa tu música.
¿Me conviene más una venta parcial o un acuerdo de administración? En una venta parcial, vendes una parte de tu catálogo mientras sigues recibiendo regalías y mantienes algo de poder de decisión. En un contrato de administración, conservas la propiedad, pero otra parte se encarga de la recaudación de regalías, sincronizaciones y defensa de derechos de autor.
¿Quién está comprando y qué hará con mi música? Recuerda, no solo estás vendiendo canciones: estás entregando una marca, una narrativa y, en muchos casos, el trabajo de toda tu vida. Pregúntate: ¿El comprador busca ganancias rápidas o crecimiento a largo plazo? ¿Licenciarán agresivamente las canciones para usos comerciales? ¿La música será utilizada de maneras con las que no te sientes cómodo?
¿Es este el momento adecuado para vender? Como con los bienes raíces o acciones, el momento de la venta puede marcar la diferencia entre un buen trato, un gran trato o una pérdida. Considera las condiciones actuales del mercado. Esto incluye señales económicas más amplias como tasas de interés bajas y alta demanda de inversionistas.
Prepararse para vender un catálogo requiere un trabajo significativo incluso antes de salir a buscar compradores. El proceso implica varios pasos, entre ellos: (a) crear un inventario de tus obras; (b) recopilar estados de regalías e ingresos; (c) revisar contratos y licencias; (d) verificar los derechos de autor; (e) confirmar posibles casos de copropiedad o coautoría; y otras actividades.
Crear un inventario detallado de todos tus activos musicales incluye: composiciones y letras, grabaciones matrices, videos y otra propiedad intelectual (obras gráficas, logotipos, portadas, etc.). Tener un registro centralizado de todos tus activos te ayuda a entender qué posees y qué estás ofreciendo a la venta. Debes crear un documento "master" que incluye: (a) títulos de las canciones; (b) autores y divisiones de propiedad; (c) registros PRO; (d) números de registro de derechos de autor; (e) contratos editoriales o con sellos; (f) historial de ingresos; (g) letras; (h) historial de publicación; y (i) anticipos y gastos recibidos o pendientes.
Un buen segundo paso es revisar todos los estados de regalías e ingresos asociados a esas obras. Los estados de regalías son reportes periódicos que recibes de las entidades encargadas de recaudar y distribuir ingresos por tu música. Estas incluyen: (a) organizaciones de derechos de ejecución pública; (b) entidades de recaudación de derechos mecánicos; (c) plataformas digitales (DSPs); (d) editoras y administradores; (e) agentes de licencias de sincronización (sync); (f) distribuidoras digitales; y/o (g) sociedades extranjeras.
Además, una auditoría oportuna de tus estados de regalías revelará las tendencias de ingresos de tu catálogo y su valor.
A continuación, revisa todos los contratos relacionados con tu música. Esto incluye acuerdos de publicación, de administración, con sellos discográficos, de distribución, de sincronización y otras licencias. Estos contratos establecen, entre otras cosas, qué es lo que realmente posees, qué derechos tienen otros sobre tus obras, quién puede recaudar ingresos por ellas y cuándo expiran esas obligaciones.
En cuarto lugar, verifica los derechos de autor de tus obras. Los compradores quieren evidencia clara de que eres dueño de los derechos sobre la música que estás vendiendo y que esos derechos pueden transferirse legalmente sin riesgo de litigios, disputas por regalías o problemas de monetización. Esto se demuestra comúnmente proporcionando certificados de registro de derechos de autor, que son la documentación oficial emitida por la Oficina de Copyright de EE.?UU. (y sus equivalentes internacionales). Aunque los creadores son, técnicamente, propietarios de los derechos desde el momento en que crean una obra original—según la Ley de Derechos de Autor de EE.?UU.—aún se requiere un certificado para poder demandar por infracción de derechos de autor.
Por último, debes determinar si alguien más es dueño de las obras o tiene derechos sobre ellas contigo. Esto se conoce comúnmente como "copropiedad" o "coautoría". Rara vez los artistas individuales son dueños del 100% de sus catálogos—aquí es donde entran las hojas de reparto (split sheets) y los contratos de grabación. Los split sheets documentan quién contribuyó a una canción como compositor (y sus respectivas editoras), y qué porcentaje de propiedad tiene cada parte. Los contratos de grabación aclaran los términos de contribución, derechos, regalías y distribución de la propiedad entre los colaboradores de una grabación. Resolver esto con anticipación puede prevenir disputas que pongan en riesgo la venta.