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Los abogados cubanos Odalys de la C. Álvarez Lima y Rodolfo Hernández Fernández reflexionan sobre los temas que se abordarán en el encuentro esta semana y celebran el interés que el tema ha generado en Puerto Rico
Por Ana Teresa Toro
Para Microjuris
Hay una frase que usamos mucho cuando no queremos ir a algún lugar. Decimos con desparpajo: «a mí no se me ha perdido nada allí». Pero lo que sucede es que, por lo general, suele habérsenos perdido algo en los lugares más impredecibles, en los destinos que menos imaginamos, en los países a los que jamás pensamos ir.
La frase cobra una inesperada pertinencia si se piensa en las últimas décadas y lo que han representado en términos de las formas de relacionarnos con nuestra isla hermana, Cuba. Vínculos, muchos de los cuales se fueron definiendo a partir de informaciones mediadas, confusas e inexactas. De ahí que, así como hubo miles de puertorriqueños que, contra todo pronóstico, insistieron en sostener relaciones con Cuba (basta pensar en la Misión de Puerto Rico en Cuba y en los incontables viajes de índole cultural y social, entre otros), también los hay que al día de hoy sentencian motivados por nociones preconcebidas o experiencias personales específicas que en Cuba no tienen nada que buscar.
Pero el panorama en ambas direcciones está en vías de transformación y es importante que exista un ejercicio de toma de conciencia de estos cambios que, a su vez, requieren un cambio de mentalidad. Dar ese paso, es posiblemente un asunto individual pero que está al servicio del esfuerzo colectivo por retomar un diálogo fructífero económicamente para ambas islas. De ambos lados hay entusiasmo y eso quedó demostrado luego de un intercambio de correos electrónicos con abogados que participarán de la conferencia Cuba: Inversión, Comercio y Garantías Financieras, organizada por Microjuris.com.
«Empresas puertorriqueñas pudieran encontrar en Cuba espacios de mercado e inversiones que Cuba requiere y que Puerto Rico puede ofrecer, especialmente en el sector de la industria farmacéutica, en diferentes servicios, en el turismo, claro está, si se liberan prohibiciones que aún afectan a algunas de estas áreas. Me entusiasma cualquier tipo de relación que se puede generar. Los beneficios serían mutuos», afirmó el licenciado Rodolfo Hernández Fernández del Bufete de Servicios Especializados de Cuba y moderador de la Corte Cubana de Arbitraje Internacional.
El licenciado Hernández Fernández participará del panel denominado Comercio, Corporaciones y Contratos y aprovechó para recordar que «los cubanos nos sentimos muy cerca de los puertorriqueños, ya no territorialmente hablando, sino en cuanto al origen común de nuestras nacionalidades y tradiciones. Nos oímos hablar y nos reconocemos con toda certeza, nos alegramos cuando uno encuentra a otro en cualquier sitio de este mundo, nuestras músicas nos remueven los sentimientos y las alegrías o las penas. Aunque la apertura eventualmente supondría el renacer y supuesto incremento de relaciones comerciales entre ambas islas, el intercambio cultural, personal y social en general entre los dos pueblos sería lo más preciado, porque nos hemos llevamos dentro aún en este largo período».
Igualmente, el licenciado Hernández Fernández considera que, en materia de derecho, el gran reto para los puertorriqueños al momento de comenzar diálogos comerciales con Cuba se centra en la naturaleza de ambas economías. «Comenzar relaciones comerciales en cualquier Estado distinto al propio siempre es difícil, puesto que ha de conllevar un periodo de reconocimiento de oportunidades, de generación de confianza en las garantías legales y fácticas existentes en el país de destino que puedan propiciar el desarrollo del comercio y las inversiones, y en este caso especialmente, pudiera resultar un reto significativo para los puertorriqueños asumir y adaptarse a negociar en nuevas condiciones, porque la economía cubana es básicamente estatal, las empresas importadoras son estatales o de capital estatal, excepto las entidades que se crean bajo el régimen legal de la inversión extranjera, y los empresarios puertorriqueños han de acostumbrarse a una forma de comercio que pudiera ser distinta, así como a un ordenamiento legal diferente».
Ahora bien, nada de esto limita la apertura y el entendimiento de que para que el proceso fluya y avance es imperativo insistir en el diálogo y el entendimiento de las leyes que regirán el nuevo panorama. En ese sentido, Hernández Fernández detalló que: «durante los últimos años, Cuba se ha encontrado inmersa en un proceso de cambios que ha dado en llamarse ‘redimensionamiento económico’, con trascendencia no sólo en la economía sino también en lo social. Se han producido cambios en las instancias productivas y de servicios dirigidos a procurar mayor eficiencia. Se ha dictado el pasado año una nueva Ley de Inversión Extranjera, la Nro. 118 de 2014, que ha pretendido actualizar las regulaciones que contenía la anterior, relanzando la convocatoria a las inversiones extranjeras en el país con la presentación de una amplia cartera de oportunidades que contiene proyectos en espera de eventuales inversionistas interesados, y que estuvo precedida por un decreto de ley, el Nro. 313 de 2013, que dispuso la creación de la Zona Especial de Desarrollo del Puerto del Mariel, muy cercano a la capital de la isla, con el objetivo de promover el incremento de infraestructuras y de actividades que permitan un aumento de las exportaciones, la sustitución de importaciones, la realización de proyectos de alta tecnología, generar nuevas fuentes de empleo y contribuir al progreso nacional».
El abogado cubano recuerda que todo esto se ha visto ahora complementado con el restablecimiento de las relaciones con los Estados Unidos, así como con el anuncio de la flexibilización de algunos aspectos del embargo económico a Cuba a través de los cambios de la Oficina de Control de Activos Adjuntos del Departamento del Tesoro; una serie de nuevas circunstancias que, en su conjunto, «pueden propiciar que Cuba aumente su papel económico en el área del Caribe isleño, pudiendo llegar a atraer la atención de muchas empresas norteamericanas y puertorriqueñas hacia el mercado y las inversiones en Cuba, siempre que se encuentren enmarcados en aquellos aspectos ya autorizados en las antes mencionadas medidas, o que finalmente se eliminen algún día todas las restricciones. Evidentemente Puerto Rico puede ser un aliado en todo este proceso, participando y beneficiándose de este nuevo escenario, que provocaría beneficios mutuos».
La historia misma agilizará los procesos
Con él coincide la licenciada Odalys de la C. Álvarez Lima del Bufete de Servicios Especializados de Cuba y árbitro de la Corte Cubana de Arbitraje Comercial Internacional. La licenciada, quien participará del panel titulado Inversión en Cuba, observó además que si bien el reto mayor se encuentra en las restricciones del embargo, «también será un reto en materia de derecho la necesaria comprensión del marco regulatorio y de oportunidades en Cuba, con sus formas de hacer negocio e inversión, para lo cual se impone colaboración mutua entre negociantes y abogados, que hagan posible y viable las relaciones comerciales internacionales y de inversión entre ambos países y aún con terceros, en un clima de confianza».
Algo que, esperan, surja de manera natural entre ambas islas que en más de un momento en la historia han sido aliadas.
«Unen a Puerto Rico y Cuba un mismo idioma y fuertes lazos históricos y culturales además de tener, de origen, un sistema de derecho de tradición española que facilitaría la comprensión de principios e instituciones, y que en aquello que difieren, por la influencia del common law, encontrarán una razón adicional para propiciar la comprensión. Cada uno aprenderá del otro. Y entre ambos, mostrarán a terceros, y aprenderán también de ellos. Los empeños comerciales y de inversión conjuntos, en medio de tanto en común y de un acortamiento de las diferencias, harán de Puerto Rico un muy especial aliado. El comercio y la inversión conjunta entre Cuba y Puerto Rico pueden darse en ambos sentidos, comprar y venderse recíprocamente, hacer inversiones conjuntas. En este último supuesto podrían ambos países llegar a ser un importante referente frente a terceros, especialmente en aquellas inversiones que generen desde Cuba exportación», expuso la licenciada Álvarez Lima toda vez que adelantó que la cartera de oportunidades que Cuba lanzó en noviembre del pasado año, será actualizada justo durante los días en que ocurrirá el evento organizado por Microjuris.com (4 y 5 de noviembre próximos).
«En ella pueden encontrarse los intereses de negocio con capital extranjero por sectores de la economía y en la Zona Especial de Desarrollo del Mariel, ofreciéndose los contactos para iniciar los acercamientos. Incluso pueden acercarse los empresarios, aunque no encuentren identificadas en cartera sus intereses concretos, ofreciendo examinar su viabilidad. Esas oportunidades están al alcance de empresarios puertorriqueños… La condición de aliado de Puerto Rico podría hacerse ostensible, también, con el establecimiento de relaciones entre despachos de abogados de ambos países, necesarios en los procesos de comprensión, negociación, instrumentación y ejecución del comercio y la inversión entre Cuba y Puerto Rico, y aún con terceros. Ambos países pueden tenderse puentes de comprensión legal, recíproca y frente a terceros».
La mesa para el diálogo está servida. De seguro algo que no sabe que ha perdido, le aparece en la sopa.