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"El juez Antonin Scalia está estableciendo un terrible ejemplo para los abogados jóvenes. Ignore, por ahora, su jurisprudencia, su famoso y estricto originalismo: es su tono lo que es un problema".
El constitucionalista Erwin Chemerinsky abordó en su columna en el diario Los Angeles Times el estilo cortante del juez asociado del Tribunal Supremo de los Estados Unidos, Antonin Scalia, al que culpó de que sus alumnos de argumentación adopten un estilo de escarnio y confrontación en sus resúmenes legales.
"Culpo grandemente a Scalia por esta moda. Mis estudiantes leen su trabajo, lo encuentran divertido e imitan su truculento estilo".
Según Chemerinsky, por mucho tiempo Scalia ha dependido del ridículo, ha subestimado las decisiones de sus colegas con insultos tales como que son "poco menos que absurda", "más allá de lo absurdo", que "no pasan el escrutinio de los más crédulos" y "tan absurdo en su aplicación que es improbable que sobreviva". Asimismo señaló que en este término, sus opiniones han sido personales, sarcásticas y de mal gusto. En particular mencionó varios ejemplos, entre los que se encuentran los siguientes:
Obergefell vs. Hodges:
Sobre la opinión mayoritaria del juez Anthony Kennedy este la llamó "tan pretenciosa como lo es egoísta" y que las "profundidades vistosas son a menudo profundamente incoherentes».
En un calce de su disenso escribió: "El Tribunal Supremo de los Estados Unidos ha descendido desde el razonamiento jurídico disciplinado de John Marshall y Joseph Story a los aforismos místicos de la galleta de la fortuna «.
Respondiendo a una sugerencia del juez Stephen G. Breyer en Glossip v. Gross de que la pena de muerte es inconstitucional, Scalia señaló que la opinión de Breyer fue «no tenía sentido". «Breyer rechaza no solo la pena de muerte», escribió Scalia, «también rechaza la Iluminación».
Chemerinsky reconoce que Scalia no es el primero ni el único en usar lenguaje injurioso, tampoco que su lenguaje pueda ser entretenido o gracioso. No obstante, entiende que sus formas son infantiles y superficiales, como una crítica mala de un libro.
Chemerinsky insta a conservadores y liberales por igual a no despachar la conducta de Scalia con la excusa de que es «Scalia siendo Scalia».
"Su actitud, tanto como su teoría legal, afecta a la profesión en su totalidad. Si los profesionales legales ignoran la mezquindad o –peor– comparten sus insultos en cócteles como si fueran agudezas de [Oscar] Wilde, van a promover una nueva generación de burlones insensibles y malhumorados", concluyó.