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El Secretario de Defensa de los Estados Unidos Ashton B. Carter eliminó el pasado jueves una de las últimas barreras prevalecientes en cuanto al servicio militar que le negaba la oportunidad de servir en la armada a personas transgénero.
La decisión es parte de una serie de cambios comandados por Carter que han transformado en muchos ámbitos la milicia. Entre estos figuran la apertura de todos los roles de combate a mujeres y el nombramiento del primer Secretario del Ejército de los Estados Unidos abiertamente homosexual.
"Efectivo de inmediato, los estadounidenses transgénero podrán servir abiertamente. No podrán ser despedidos o separados de alguna otra forma de la milicia por ser transgénero", anunció Carter en conferencia de prensa.
Según el periódico The New York Times, antes de que se tomara esta decisión, se conoce de miles de transgéneros que son parte del cuerpo militar pero que han ocultado la información para evitar ser separados de sus cargos, situación similar a la que vivían las personas homosexuales antes de que se aprobara la política de "don’t ask, don’t tell".
"Las personas transgénero han viajado todo el mundo, sirviendo en aviones, submarinos, operando bases aquí en el Pentágono. La falta de una guía clara sobre cómo manejar esta controversia pone a los comandantes y los miembros del servicio en una posición dificultosa e injusta", señaló el funcionario.
Carter también explicó que el Pentágono cubriría los costos médicos de aquellos en servicio activo que buscan hacer la transición de género, aunque este espera que los nuevos reclutas transgénero hayan transicionado al menos 18 meses antes de solicitar unirse al Ejército.
Se espera que en los próximos meses el Pentágono ofrezca un entrenamiento acerca de los cambios para los miembros de servicio de todos los rangos.
Se estima que el número de miembros del servicio que son transgénero ha variado, pero el número más citado proviene de un estudio de la Corporación RAN, solicitado por Cater. El estudio concluyó que de aproximadamente 1.3 millones en servicio activo, se estima que 2,450 eran transgénero, y que cada año, alrededor de 65 miembros del servicio tendría como uno de sus objetivos hacer una transición de género.
Proporcionar atención médica a quienes deseen transicionar costaría de $2.9 millones a $4.2 millones de dólares al año al Pentágono.