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Reconocen la necesidad de continuar trabajando por la inclusión en la abogacía

28 de junio de 2024
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Por Valeria Alicea Guzmán

Cada vez son más las mujeres que se convierten en profesionales del Derecho. En las aulas de las Escuelas de Derecho son más las féminas ocupando los espacios y, a su vez, es mayor el deseo de ejercer una profesión en la que haya inclusividad. 

Ante esta realidad, Microjuris entrevistó a las licenciadas Carla Camacho Velázquez, Claudia Delbrey Ortiz y Carla Marrero Bishop. Desde sus trincheras, las licenciadas compartieron cómo es la experiencia de ser mujer, joven y abogada. 

Para Camacho Velázquez, la fórmula para hacer la profesión más inclusiva es apostando a la visibilidad y la representación de la mujer en puestos de liderazgo. La licenciada aseguró que la profesión está en camino de adaptarse a los tiempos con relación a la equidad de género. 

«Un ejemplo de esto lo viví mientras estudiaba Derecho en la [Escuela de Derecho de la Pontificia Universidad Católica de Puerto Rico] PUCPR. La escuela de derecho se posicionó a nivel nacional entre las instituciones con mayor matrícula de mujeres, superando la cantidad de hombres inscritos. Me llenó de alegría saber que estaba viviendo en una época trascendental, donde tantas mujeres buscan ser profesionales en un campo que, como muchos otros, ha sido predominantemente masculino», comentó. 

 

Aunque comentó que la matrícula de mujeres superaba la de los hombres, destacó que la PUCPR aún no ha tenido una mujer decana.  

«Esto subraya la importancia de tener una representación adecuada tanto en los salones de clase como en la vida profesional. Celebramos la multitud de mujeres encaminadas en la profesión, pero a menudo les damos la espalda al momento de reconocerlas por su capacidad y labor, mediante una justa compensación y roles de liderazgo», agregó la abogada. 

Asimismo, Camacho Velázquez enfatizó en que existe un estigma con las abogadas y abogados jóvenes. Mencionó que las generaciones nuevas no cargan con el rol de abogada de «vieja guardia» y esta razón por la que muchas veces dudan de la capacidad profesional de las abogadas jóvenes. 

«Es importante enfatizar que la profesión ya no se rige de una manera específica, se puede trabajar en la oficina como remoto, se tienen plataformas de redes sociales para permitir accesibilidad y no se tiene que trabajar con el atuendo formal de abogados. Reitero que no es que todas las personas de la nueva generación de abogados sean así, pero es más bien entender que esas cosas que veneraban otras generaciones como indicios directos a la capacidad del abogado en la profesión, ya no van a la par con la realidad que vivimos», argumentó. 

Retos para adquirir oportunidades

Pese a que considera que se le hace identificar una situación abiertamente suscitada por el hecho de ser mujer, la licenciada Delbrey Ortiz compartió que ha tenido experiencias donde el trato hacia ella y sus colegas mujeres es distinto al que se le da a otros abogados.  

«Como abogada litigante, he vivido y observado situaciones en que una compañera abogada o yo [estamos] hablando y nos interrumpen o hablan por encima en vez de permitirnos terminar nuestro turno. A veces puede ser frustrante ver en deposiciones cómo abogados varones interrumpen, alzan la voz y hasta faltan el respeto sin que nada suceda. Mientras que si una abogada interviene para defender a su testigo la tildan de histérica, grosera o mal educada», contó.  

Ante estas situaciones, que suelen pasar más con abogados mayores que con los más contemporáneos, la abogada muestra firmeza sin dar el más mínimo indicio de disgusto. «Porque el escrutinio de nuestro comportamiento en estas situaciones siempre es más estricto que el de los varones», agregó.  

Otra brecha para las abogadas jóvenes en la profesión es a la hora de encontrar oportunidades de «networking». Si bien, las conexiones son importantes para oportunidades laborales o adquirir clientes. No obstante, para una abogada joven estas oportunidades no son tan accesibles. 

«En teoría, tenemos las mismas oportunidades de estudiar derecho y competir en el mercado laboral. Sin embargo, gran parte de las oportunidades de hacer negocios o de establecer conexiones profesionales aún se dan a través de círculos e interacciones sociales a las cuales, por lo general, las mujeres tenemos menos acceso, si alguno», explicó la licenciada Delbrey Ortiz. 

En actividades sociales, se tiende a presumir que a la mujer no le interesan los temas de negocios y se le excluye de las conversaciones. Según Delbrey Ortiz, no es normal hablar de este tipo de temas en reuniones y actividades entre mujeres, mientras que para los hombres es más común hablar entre sí de estos asuntos. 

Invitar a un potencial cliente a almorzar, tomar café o darse unas copas no necesariamente es un asunto complicado para un hombre. Para una mujer el escenario es mucho más distinto ya que debe velar por su seguridad o invade el temor a que puedan mal interpretarse sus intenciones.

Por esta razón, Delbrey Ortiz comentó que las mujeres tienden a depender mayormente de participar en asociaciones y realizar trabajo extracurricular, como dar seminarios o publicar escritos, para tener exposición, darse a conocer y ganar la confianza de potenciales clientes. 

«Debo aclarar que no estoy diciendo que todos los hombres tengan las mismas oportunidades ni tampoco pretendo restar méritos a aquellos que las han tenido. Por el contrario, reconozco la importancia de este tipo de oportunidades y deseo hacerlas más accesibles tanto a mujeres como a hombres que por distintos factores no se benefician de los patrones sociales convencionales», aseguró la licenciada. 

Para atender estos retos, Delbrey Ortiz sostuvo que desde la etapa en la escuela de derecho se debe trabajar con educar y crear conciencia sobre los desafíos que enfrentan las mujeres en la profesión. «Para producir nuevas generaciones de abogadas y abogados con una mentalidad diferente y una actitud inclusiva».

Más educación y mentoría

Por su parte, la licenciada Marrero Bishop considera que la profesión legal ha crecido muchísimo, pero aún hay espacio para fomentar una cultura de inclusión donde se valore la diversidad. 

«Recuerdo que, recién revalidada, comencé a trabajar en una firma legal donde tenía que litigar en los tribunales pleitos de impericia médica. Cuando asistía a las salas o a reuniones con otros abogados experimentados, no creían que yo era la abogada. Esa situación al inicio puede llegar a crear cierta inseguridad en uno porque piensas que al verte joven y mujer no puedes ser una profesional», comentó. 

Estas experiencias no le desmotivaron y reconoció que ser joven en la profesión legal le ha permitido incorporar al derecho distintas perspectivas para ofrecer servicios legales con otros enfoques. Sin embargo, a Marrero Bishop le hubiese gustado conocer, desde que cursaba sus estudios en derecho, como manejar los prejuicios por género, edad, entre otros.

«Conocer de antemano cómo enfrentarlos sin que afecten tu confianza y seguridad como profesional. El confiar en uno mismo y desarrollar una mentalidad fuerte para enfrentarse a un entorno tan competitivo como lo es el derecho», confesó. 

Asimismo, otro aspecto que la abogada destacó es la necesidad de  fomentar programas de mentoría para jóvenes abogadas que comienzan en la profesión legal para que otros profesionales del derecho experimentados puedan brindarle consejos, orientación y apoyo.

«Las escuelas de Derecho deben abordar temas como el liderazgo, brindando talleres para el desarrollo de los estudiantes para desempeñarse en estos roles. De igual forma, deben fomentar la autoconfianza de las futuras profesionales del derecho y cómo enfrentarse al campo profesional una vez culminen sus estudios y se incorporen a la profesión. Para esto, pueden proveer talleres de desarrollo personal y profesional que instruyan sobre la importancia de cuidar la salud mental y brindar acceso a recursos para el manejo del estrés y la presión laboral a la que se enfrentarán», puntualizó Marrero Bishop.  

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