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Por Alondra Millán, Alexandra García y Tatiana Maldonado (estudiantes de la Escuela de Derecho de la UPR)
En la Escuela de Derecho de la Universidad de Puerto Rico, según el currículo académico diurno, el curso de Derecho Penal se toma en el segundo semestre del primer año. Antes de tomar el curso, y quizás un poco de tiempo después del que nos gustaría admitir, considerábamos que la cárcel era la alternativa más idónea para aquellos y aquellas que «quebrantaban» la ley.
Es muy probable, incluso, que tuviésemos una percepción errada de las y los defensores, motivada por el poco conocimiento sobre sus funciones y la responsabilidad que estas aparejan.
Para nosotras, entender que el sistema penal no necesariamente propicia la seguridad social, ni funciona de forma equitativa para todos y todas ha tomado tiempo.
En ese escenario, obras como Manifesting Justice: Wrongly Convicted Women Reclaim Their Rights de Valena Beety, catedrática de derecho, sirven para reflexionar sobre las desigualdades que se crean a través del sistema carcelario, y los pocos o ningún beneficio que recibimos de sostener estas estructuras.
Valena Beetey demuestra con su libro que el sistema judicial penal no está exento de parcialidades ni de elitismo, y explica de qué forma promueve sesgos de género, así también sesgos raciales, ideológicos y sociopolíticos. De este modo, el argumento de su obra circunda todas las arbitrariedades anteriores en los procedimientos penales, examinándolas a través del lente que le provee su trabajo como defensora en el caso de Leigh Stubbs y Tami Vance.
En el transcurso de esta narración, Beety va intercalando y detallando cada uno de los factores que influyeron en los actores judiciales para llegar a una determinación de culpabilidad. Estos factores incluyen, pero no se limitan a sexo, orientación sexual, color de piel, uso problemático de sustancias controladas, clase social, identificaciones erróneas, testimonios fabricados y ciencia basura.
No nos detendremos en esta terrible historia porque esto es de elemental importancia para la experiencia del lector o lectora. No obstante, destacamos que la trama del caso es lo que le provee a la autora una excusa para examinar otras exoneraciones y casos que análogamente exponen las arbitrariedades del sistema penal, y cómo el bagaje sociocultural de EE. UU. lo propicia.
Dice Beetey en su obra que exonerar a un acusado no es imposible, pero no es una tarea simple, ya que en los recursos judiciales post sentencia el requerimiento de probar una inocencia fáctica —la persona que reclama su inocencia tiene que probar que es inocente porque los hechos así lo demuestran— opera como un impedimento para excarcelar a muchas personas que también pueden considerarse inocentes, legalmente.
Es decir, quienes tengan un reclamo de inocencia legal, determinada por errores en las leyes penales y errores en los procedimientos, no tienen acceso a dichos recursos post sentencia.
En ese penoso escenario, Beety propone a los tribunales que hagan justicia y permitan a cualquier persona con un reclamo de inocencia, sea fáctica o legal, luchar por su libertad.
El marco referencial de lo que debe entenderse como una persona inocente es extendido por la autora a otras situaciones que escapan a los exámenes de ADN y que son producto de los sesgos terribles que predominan en el ordenamiento jurídico estadounidense.
Nuevos acercamientos, a nivel estatal, han sido establecidos, nos alerta Beetey, para tratar el análisis de los recursos post sentencia, tanto el Coram Nobis y el Habeas Corpus. Se trata del estándar de la confluencia de factores para examinar si la condena es resultado de un proceso poco confiable. Esto quiere decir que los tribunales no solo deben examinar la evidencia presentada en el caso mediante la doctrina estrecha del harmless error, sino que deben considerar las actuaciones de quienes, en primera instancia, vienen obligados a perseguir el esclarecimiento de verdad, pero actuaron de manera cuestionable.
De acuerdo con Beetey, se debe analizar este tipo de errores de forma conjunta para que resultar evidente la magnitud del problema, porque en la historia de Tami, Leigh y Kim (víctimas), la suma de todos estos factores resultó en un claro miscarrige of justice.
Como consecuencia, la autora propone el estándar de la injusticia manifiesta como mecanismo jurídico para impugnar y anular condenas. Esta reconoce que las condenas relacionadas con el racismo, la mala conducta de la policía y la fiscalía, las sentencias excesivas y las pruebas falsas también son erróneas. Y el estándar de la injusticia manifiesta «[…] faculta a un juez para considerar la ley, los hechos y las circunstancias que rodean un caso y declarar injusta una condena o sentencia.».
Es de esta forma que la injusticia manifiesta se traduce en la afirmación de que una condena es errónea o, lo que es lo mismo, la injusticia manifiesta es un mecanismo legal para impugnar o desacreditar una condena. Tal afirmación reconoce que las condenas atadas al racismo, a las acciones temerarias de la policía o la fiscalía, a una sentencia excesiva, o a evidencia falsa son erróneas.
La ambición de esta extraordinaria denuncia es impulsar a los jueces y juezas a examinar la ley y los autos de un caso para declarar una condena como improcedente en derecho. No obstante, así como explica la autora, este mecanismo prácticamente nunca es aplicado por los tribunales, ya que la actitud propia de estos es inclinarse por la protección de la finalidad de los juicios, en vez del esclarecimiento de la verdad. Debido a esto, presentar un reclamo de injusticia manifiesta es, por lo general, un proceso extremadamente desafiante.
La tesis propuesta por Beety en su obra es que Tami y Leigh, e incluso Kim, fueron víctimas del sistema penal por ser mujeres, lesbianas, usuarias de sustancias y pobres. Es por eso que puede decirse que el tema novel en su libro es la integración de aspectos sobre identidad de género y orientación sexual como piezas clave al analizar condenas erróneas en Estados Unidos.
En otras palabras, lo maravilloso de la obra que reseñamos es la capacidad de hacer un análisis interseccional que demuestra cómo el sistema penal estadounidense castiga y persigue la diferencia.
Es por eso por lo que podemos decir que el libro Manifesting Justice: Wrongly Convicted Women Reclaim Their Rights trata de dar luz y voz a aquellos y aquellas que han sido sometidas o escondidas bajo la sombra de la cárcel. Así, se le otorga un rostro, contexto y humanización a las estadísticas de las que se habla todos los días acerca de las encarcelaciones masivas en Estados Unidos.
En resumen, la autora abre un diálogo que resulta incómodo para la sociedad, pues a su modo de ver, no toda conducta establecida como criminal debe ser castigada. Para ella, «existe una diferencia entre una respuesta y una solución». Y existen diferentes caminos para abordar problemas sociales, como la drogodependencia.
La estigmatización, el castigo, la persecución y el encarcelamiento han demostrado no ser los abordajes adecuados. De igual forma, el sistema penal parece fundarse en una paradoja, puesto que basa su legitimidad en un discurso de promover la justicia, pero ha demostrado ser un andamiaje inquisitivo.
Para alejarse del sistema penal, más allá de las herramientas jurídicas que ofrece, nos dice Beetey, hace falta un movimiento comunitario.
Su propuesta es revolucionaria: el poder reside en las comunidades y en quienes son capaces de imaginar nuevas posibilidades. Mientras tanto, no obstante, los «fiscales y los jueces no tienen que aceptar la narrativa de finalidad, y los reclamos de injusticia manifiesta son un paso para el camino a la libertad».
Finalmente, tal como indica Beety, para aquel o aquella que está acostumbrada a los privilegios, la igualdad es equivalente a la opresión. El argumento anteriormente presentado es central para entender el hambre de justicia que tiene Beety, quien exhorta a sus lectores y lectoras a sentir esta misma avidez. Es por lo anterior que recomendamos Manifesting Justice.
Los argumentos certeros de la autora, la actitud con la que se expresa, las ideas interesantes que fomenta, su experiencia como exfiscal federal y como presente abogada de defensa, y el modo en el que dirige al lector o lectora a empatizar con las historias de las víctimas hacen de este libro una experiencia educativa que transciende la teoría impartida en las aulas de derecho y traslada al lector y lectora a los tribunales para enfrentar la realidad de la práctica profesional.
Lo que es admisible en derecho no es necesariamente justo, la legalidad de una acción no es garante de la justicia, porque el derecho y la justicia no son nociones intercambiables entre sí. No obstante, si aún la percepción nos traiciona y caemos en la trampa de idealizar la relación entre estas dos nociones, entonces Valena Beety, con Manifesting Justice, se encarga de arrebatarnos esa inocencia, tal como le fue arrebatada a ella cuando aprendió las reglas del juego y abandonó la fiscalía para dedicarse a la defensa de inocentes.
Esta reseña es producto de un trabajo del curso ADN Post Sentencia de la Escuela de Derecho de la Universidad de Puerto Rico, que imparte la Dra. Iris Rosario Nieves.