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La pasada jueza presidenta del Tribunal Supremo de Puerto Rico (TSPR), Liana Fiol Matta, y el exjuez presidente, Federico Hernández Denton, recordaron en entrevistas por separado junto a Microjuris.com el enorme legado de la jueza asociada del Tribunal Supremo de Estados Unidos (TSEU), Ruth Bader Ginsburg, que murió el viernes a sus 87 años por complicaciones asociadas a su padecimiento de cáncer.
La jueza Fiol Matta dijo que la vio por primera vez en una conferencia en la Universidad de Puerto Rico a la que la Ginsburg fue invitada y posteriormente todos los jueces del Supremo de Puerto Rico compartieron en una cena con ella y su esposo, Martin D. Ginsburg.
«Eran dos personas encantadoras. Ella más callada que él, pero se reía muchísimo con sus chistes. Evidentemente, una historia muy linda. Fueron una verdadera pareja», dijo.
«Allí se me acercó el presidente de la universidad (el profesor Antonio García Padilla). Estaba muy preocupado porque la jueza quería en su día libre en Puerto Rico esquiar sobre agua y correr a caballo, y a él eso le preocupaba porque ella se veía muy frágil. Eso hace años, pero ella insistía que eso era lo que ella quería hacer y tengo entendido que lo hizo. Ella estaba en un país tropical y quería esquiar en agua y correr a caballo», recordó Fiol Matta.
Luego, en ese mismo viaje, Ginsburg hizo un visita de cortesía al Supremo de Puerto Rico y ahí Fiol Matta le comentó «he sabido por la prensa que a usted le encanta la ópera» y Ginsburg le respondió «sí, sí, me encanta la ópera».
«Pues yo también, porque yo canto en el coro de la ópera», continuó Fiol Matta.
Y Ginsburg contestó «ay, yo la envidio, pero yo no me atrevería a abrir la boca. No puedo cantar ni una nota», dijo.
En esa actividad, Ginsburg se tomó fotos con los jueces de Puerto Rico y le escribió a Fiol Matta una especial dedicatoria. «Aprecio las brillantes notas que añadió a mi visita», leía la dedicatoria en alusión a las notas musicales.
Se vieron en persona varias veces más durante viajes de Fiol Mata a Washington D.C.
En una de esas ocasiones, la jueza de Puerto Rico fue a la sede del Tribunal Supremo de Estados Unidos a visitar a la jueza Sonia Sotomayor y allí pudo visitar de una vez a Ginsburg.
«Se acordaba (de mí), me preguntó si había cantado en alguna ópera y yo la felicité por su opinión disidente en el caso Ledbetter y ella dijo «ah, pues tengo algo para usted y me obsequió una copia y me la autografió», contó la pasada jueza presidenta del Tribunal Supremo de Puerto Rico.
Al hablar de Ginsburg, Fiol Matta destaca que su legado judicial refleja su vida, cuando enfrentó duras luchas desde temprano, como que su esposo sufriera cáncer mientras ella estudiaba y era madre, y el discrimen que enfrentó durante varios episodios de su vida.
Uno de esos primeros episodios de discrimen lo vivió en un trabajo en el seguro social, donde fue despedida por estar embarazada. Luego, fue discriminada cuando fue el primer lugar de su clase en la Escuela de Derecho de la Universidad de Columbia y fue recomendaba para ser oficial jurídico en el Tribunal Supremo, porque era la costumbre que la persona que llegaba primero en las mejores universidades recibía ese trabajo, pero el juez Felix Frankfurter no la aceptó porque «no estaba listo para reclutar a una mujer».
«Tampoco pudo trabajar en un bufete donde ya había hecho un internado porque la política de la oficina legal era no reclutar mujeres», recordó Fiol Matta.
Entonces, dijo Fiol Matta, Ginsburg decidió escribir un libro. Y lo hizo con un profesor de Suecia, por lo que decide aprender a hablar sueco.
Luego, fue profesora de varias universidades y comenzó a trabajar con la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU, por sus siglas en inglés), donde también tuvo que balancear sus responsabilidades de profesora, abogada y madre.
Ejemplo de esto fue un incidente en el colegio con uno de sus hijos, que la llamaban siempre a ella, hasta que Ginsburg optó por recordarle al colegio que el menor tenía padre y madre, y que de ahora en adelante no solo la llamaran a ella, sino que contactaran a su esposo. Esto redujo significativamente la cantidad de veces que llamaban del colegio.
En la ACLU, ayudando a crear la división de American Women Rights, es que se gestan sus primeros grandes pasos jurídicos como litigante, en casos que incluso llegaban al Tribunal Supremo, donde litigó al menos seis casos.
Reed v. Reed (1971)
Ginsburg llevó el caso que cuestionaba una ley del estado de Idaho que le daba preferencia al varón para ser albacea, para administrar una herencia.
Se determinó en el alto foro que esa ley violaba la igual protección de las leyes en la enmienda 14 de la Constitución de Estados Unidos.
Weinberg v. Wissenfield (1975)
Representó a un hombre que estaba reclamando beneficios del seguro social como viudo de su esposa porque la ley solo le permitía reclamar esos beneficios a las viudas.
Ginsburg alegó que la protección para las viudas discriminaba contra las mujeres trabajadoras porque tenían la expectativa de que sus cónyuges se podían beneficiar, en su fallecimiento, de dejarle ese beneficios.
Planteó que la disposición privaba a los padres de participar en la crianza de los hijos, porque al no recibir los beneficios, tendrían que suplementar sus ingresos y trabajar.
Nuevamente, ganó el caso.
Duren v. Missouri (1979)
Una mujer argumentaba en contra de unas leyes que no hacían obligatorio que las mueres participaran como jurado, salvo que ellas quisieran ser voluntarias.
Ginsburg argumentó que esto era inconstitucional porque como el de los hombres era obligatorio, las disposiciones colocaban como poco necesario el servicio de las mujeres como jurado.
El Supremo revocó la convicción.
US v. Virginia (1996)
Para Fiol Matta, fue el primer caso en el que saca las alas y demuestra que puede volar.
El Supremo revocó una política del Virginia Military Institute que no permitía la entrada de mujeres. El TSEU derrotó esta política que viola la igual protección de las leyes bajo la enmienda 14.
Ginsburg expuso que cualquier política pública que impida a las mujeres participar en algo, sencillamente por ser mujeres, se presume inválida.
Friends of the Earth vs. Laidlaw Environmental Services (2000)
Este fue un caso de legitimación activa, donde no se reconocían a un grupo de residentes de Carolina del Sur para reclamar que una empresa contaminante pagará penalidades.
Se resuelve que, como grupo de interés público, las personas que estaba demandando tenían legitimación activa.
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Bush v. Gore (2000)
El Supremo detuvo el recuento en Florida porque entendió que no se podría diseñar un mejor método que el usado por el estado. La jueza Ginsburg dijo que «con una profecía que no estaba probada, no se debía elegir al presidente de Estados Unidos».
Ledbetter v. Goodyear Tire (2007)
Las mujeres no tenía derecho a demandar su patrono por discrimen de género en el pago de su salario.
La mayoría del supremo entendió que el caso estaba prescrito porque la mujer no tenía forma de saber que le estaban pagando menos que a sus compañeros hombres.
Ginsburg disintió vehemente.
Lo calificó de absurdo y dijo que al final que la bola estaba en la cancha del Congreso.
Poco después, se creó legislación y una ley sobre este tema, una de las primeras leyes firmadas por Barack Obama y que llevaba el nombre de la demandante, el Ledbetter Act.
«La decisión disidente logró que se revocara la ley, y esto es un ejemplo de la importancia de un disenso. Es importante porque señala el juez disidente o la jueza disiente cosas que entiende están mal, y puede pender una bombilla, una luz para que se examine con más detalles más tarde. No son pocos los casos en el que un tribunal adopta eventualmente la posición del disenso», planteó Fiol Matta.
Shelby County v. Holder (2013)
El Supremo autorizó que los estados hicieran cambios electorales sin consultar con gobierno federal.
Ginsburg disintió en parte porque «eliminar algo que ha funcionado es como botar una sombrilla en medio de un aguacero porque en ese momento no te has mojado».
«No es solo lo que resolvía, sino la manera magistral en la que resolvía. Sus opiniones estaban escritas exquisitamente», dijo Fiol Matta.
«Tuvo una trayectoria extraordinaria. Era muy creativa, ella iba paso a paso. Ella veía estas disposiciones constitucionales muy generales, muy amplias, como si ella fuera un librero con muchas divisiones, e ir llenando esas tablillas. Le estaba dando forma, contenido», continuó la pasada jueza presidenta.
El exjuez presidente, Federico Hernández Denton, recordó que tuvo la oportunidad de compartir con la jueza en varias ocasiones, algunas en Puerto Rico, por estar invitada a eventos de la Universidad de Puerto Rico y otras en Estados Unidos.
«Isabelita (Picó) y yo cenamos con ella y su esposo Marty hace muchos años, en un lugar cerca de la casa de ellos en Washington», dijo el juez retirado.
«Estuve en un episodio muy interesante con ella», continuó.
Estando en la universidad, estaba sentado al lado de ella y de momento, ella tenía un traje de seda, pero que Hernández Denton lo vio manchado de sangre.
«Ella era una persona que parecía muy frágil físicamente, y cuando le veo que algo le pasaba en la mano, le pregunto y ella me contesta, ‘Federico, don’t worry‘», pero le pidió que le hiciera señales a Marty.
Hizo las señas y Marty le trajo un chal a ella para cubrirse.
Luego de eso, dio un discurso extraordinario, recordó el juez.
Un dato curioso que recordó era la gran amistad entre la jueza Ginsburg, quien era la voz principal del ala liberal del TSEU y el juez Anthony Scalia, quien era la voz fuerte del ala conservadora.
«Eran dos figuras con visiones opuestas del derecho y del rol del tribunal, pero eran figuras que desarrollaron una gran amistad juntos», sostuvo.
«Ambos eran fanáticos de la ópera y participaron en una ópera en el Kennedy Center. No cantaron, pero se vistieron y todo», recordó.
El juez resaltó que en esa etapa universitaria ella pasó un incidente muy particular. Ella y su esposo se casaron jóvenes y estudiaban en Harvard, pero su esposo era un año mayor y al terminar de estudiar comenzaría a trabajar en Nueva York. Ella solicitó a Harvard que le permitiera terminar sus estudios sin estar presencialmente en la universidad y la institución lo rechazó, por lo que se transfiere a Columbia y es ahí donde termina de estudiar Derecho. Eventualmente, Harvard le concedió un doctorado Honoris Causa.
«Si mi memoria no me falla, Harvard también le dio ese año un doctorado a Plácido Domingo y Plácido Domingo le cantó a la jueza», sostuvo.
Sobre sus aportaciones jurídicas, Hernández Denton, quien durante la entrevista recordó en varias instancias que hablaba de memoria por lo que podía haber algunas imprecisiones en su relato, dijo que la mayor contribución de la fallecida jueza fue lograr cambiar la percepción del Tribunal Supremo sobre la protección de la decimocuarta enmienda de igual protección de las leyes para que se prohibiera el discrimen por sexo.
«Este tema ella lo trabajó desde que era abogada litigante», dijo.
«En ACLU llevó muchos casos de discrimen de sexo. Es una trayectoria interesante y parecida a la del juez Marshall, que trabajó con ACLU. Por eso, le decían que ella era la Thurgood Marshall del derecho de la mujer», explicó.
En ese contexto, pero ya como jueza, el juez recordó la importancia del caso de Virginia Tech, donde se logró que se aceptara el concepto de igual protección y de equidad de sexo.
Indicó que lo más que ella escribió fueron disidentes, porque por muchos años fue líder del grupo liberal, el de minoría, logrando que algunas de sus disidencias que eventualmente se convertirán en leyes.
Ahora bien, Hernández Denton lamentó que su fallecimiento coincida con el actual proceso electoral estadounidense.
«Viene una controversia política de enorme importancia para Estados Unidos y para el Tribunal Supremo y la constitución del Supremo por los próximos 25 a 30 años, y que puede poner en peligro decisiones de la importancia de Roe vs. Wade», destacó.